I. El conflicto del Tíbet: análisis histórica y violaciones de los derechos humanos Èlia Susanna i López Introducción...

September 22, 2019 | Author: Jesús Gabriel Belmonte Botella | Category: N/A
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1 SERIE CONFLICTOS OLVIDADOS TÍBET2 ÍNDICE I. El conflicto del Tíbet: análisis histór...

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S E R I E C O N F L I C TO S O LV I D A D O S

TIBET TÍBET SÈRIE CONFLICTES OBLIDATS

ÍNDICE I. El conflicto del Tíbet: análisis histórica y violaciones de los derechos humanos Èlia Susanna i López .................................. 3 1. Introducción................................................................. 3 1.1. El Tíbet como pueblo. El legado budista lamaísta. .........3 1.2. El Derecho a la Autodeterminación de los Pueblos aplicado al conflicto del Tíbet ............................................6 2. Las relaciones históricas entre Tibetanos y chinos........8 2.1 ¿Dónde se situa el nacimiento del Tíbet ? .....................8 2.2 La hegemonia de las órdenes monásticas y el sistema de las reencarnaciones ........................................................ 9 2.3 La orden eclesiástica del Sombrero Amarillo y el inicio de la hegemonia del gobierno de los Dalai ............................ 15 2.4 La época de la discusión: ¿El Tíbet era un protectorado chino?.......................................................................... 21 2.5 El Tíbet dentro del Gran Juego: De la invasión inglesa a la independencia de facto del gobierno tibetano.................... 31 3. La invasión de 1950. Las vulneraciones de los derechos humanos y la lucha diplomática internacional ................ 39 3.1 La invasión y primeras adaptaciones al sistema comunista y la modernidad (1950 – 59). ......................................... 39 3.2 Las primeras violaciones de los derechos humanos y el inicio del exilio a Dharamsala.......................................... 43 3.3. Las violacions de derechos humanos y el genocidio en el Tíbet............................................................................ 44 3.4. La era post-Mao. Los acercamientos diplomáticos y la mayor distensión en el interior del Tíbet........................... 53 3.5. El retorno a la línea dura ......................................... 58 4. Las opciones de Tenzin Gyatso para el futuro del Tíbet. Adeptos y oposiciones. ................................................... 61 5. Consideraciones Finales: Negociación chino-tibetana, derechos humanos y política interna. ............................. 63 Referencias bibliográficas y recursos de internet ........... 71 Anexo: Mapas…… ........................................................... 73

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II. Los derechos humanos en el Tíbet y la exigencia de responsabilidades penales internacionales. Dr. José Elías EsteveMoltó...........................................................................75 1. La sistemática violación de los derechos humanos del pueblo tibetano ............................................................... 75 1.1. El genocidio del pueblo tibetano ............................... 75 1.2. El genocidio bajo la forma de imposición coactiva de las medidas de control de la natalidad ..............................80 1.3. Tortura y otros crímenes contra la humanidad............ 82 1.4. Terrorismo de Estado .............................................. 84 1.5. La impunidad en China y Tíbet ................................. 87 2. la exigencia de responsabilidades penales: la querella presentada ante la audiencia nacional por los crimenes internacionales cometidos en tibet .................................. 92 2.1. La interposición de la querella y la inadmisión inicial ... 92 2.2. La admisión a trámite y el reconocimiento judicial de la comisión del genocidio en Tíbet....................................... 94 2.3. El inicio de la investigación y la reacción china ........... 98

Acrónimos TAR: El Tíbet histórico y la Región Autónoma del Tíbet CCP: Partido Comunista Chino

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El conflicto del Tíbet: análisis histórico y violaciones de los derechos humanos1 Èlia Susanna i López∗ 1. Introducción2 1.1. El Tíbet como pueblo. El legado budista lamaísta En medio de una planicie y de las montañas más altas del mundo, tomando el sánscrito de unos vecinos, la religión autóctona y la foránea, y envueltos de nieve y aislados, en el Tíbet se ha construido a lo largo de los siglos una cultura, una sociedad y una filosofía únicas que desde siempre han inspirado fascinación y respeto. Esta cultura, más allá de la independencia de un pueblo, hoy está en peligro. El budismo tiene un papel central en la cultura tibetana, y define desde los valores morales el significado y el valor de la existencia. Lo hace a través de tres conceptos centrales: el karma, el renacimiento, y la iluminación. La filosofía budista ha sido un marco tanto para la vida diaria del pueblo tibetano, como para la vida religiosa y política. Ha tenido un peso específico en el Tíbet político, y ha sido la razón de ser del estado tibetano. Esta religión define su sistema político como ‘religión y política unificadas’ y los tibetanos se consideran a ellos mismos agentes de su propio proyecto de 1 La bibliografía esencial en que se basa el presente trabajo aparece al final del documento. A efectos de evitar repeticiones innecesarias, y atendiendo al carácter divulgativo de la presente publicación, omitiremos en gran medida las citas a pie de página de aquellas obras. ∗ Èlia Susanna i López es doctoranda en Teoría Política por la Universitat Autònoma de Barcelona. Master en Estudios por la Paz por la Universidad de Bradford (GB), y profesora consultora de Investigación en Humanidades y Trabajo de Final de Carrera en la Universitat Oberta de Catalunya. La revisión de contenidos ha sido realizada por Jaume Saura, y las correcciones de redacción, por Eugeni Estopa. 2 Traducción del catalán de Maria Campuzano.

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civilización budista. De hecho, esta filosofía, que ha sido la base de la construcción del estado, y las dinastías chinas, de la única minoría étnica con una civilización avanzada de la que quisieron aprender, a lo largo de su historia, ha sido de los tibetanos. Una religión

tan

sofisticada

ha

sido

el

orgullo

de

los

tibetanos

históricamente y en la actualidad. Xiang Kai-shek afirmaba en 1946 sobre el Tíbet que “Hay grandes naciones en esta tierra que han alcanzado niveles de riqueza sin precedentes, pero solo hay una nación dedicada al bienestar de la humanidad en el mundo, y esta es la tierra de religión que es el Tíbet que concentra un sistema temporal y espiritual en un solo país”. Pero también se ha leído desde otras perspectivas y se considera que una de las características del budismo lamaísta que permitirá entender la historia del Tíbet es que se trata de una religión que tiene como una de sus premisas considerar que no todos los hombres se encuentran en el mismo estadio, que no todos se encuentran igual de cercanos a Dios, unos están más cerca de la iluminación que otros. Así, la estratificación religiosa budista establece

jerarquías

escalonadas,

el

Dalai

Lama

la

superior

(considerado un bodhisattva, que repetidamente vuelve a la tierra para ayudar a la humanidad) y el Panchen Lama la segunda reencarnación más importante, que se ven proyectadas en el sistema político a lo largo de toda la historia, y también en el texto que ahora presentamos. Para entender la historia del Tíbet es necesario entender el papel del budismo lamaísta en toda la formación de este pueblo. El Dalai es el líder, tanto en el ámbito político como en el religioso, y es escogido por reencarnación y no por herencia (ver, 2.3 El sistema de las reencarnaciones). Para los chinos, estas divisiones entre hombres siempre han sido utilizadas

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como una manera de afirmar que la estratificación y diferencias sociales eran la base de la estructura social del Tíbet histórico. Hasta mediados del siglo XX, el pueblo y la cultura tibetanos giraban en torno a esta estructura social estratificada. El hecho de que un 99% de la población tibetana practique el budismo y que una tercera parte hubiesen sido históricamente monjes o monjas ha sido un factor determinante para hacer del Tíbet un país que gira históricamente en torno a su creencia, como una forma de vida. Todos los aspectos de la vida, desde la educación, la administración, la posesión de tierras y la producción, se encontraban bajo la influencia de lamas y monasterios. Este aspecto es importante porque cuando a lo largo del texto hablemos de las escuelas gobernantes

será

necesario

entender

que

estas

estaban

relacionadas con diferentes dinastías nobles laicas, y por tanto, las relaciones entre monjes y nobles en materia de poder era complementaria. Pero en la actualidad los planteamientos para salvar la cultura tibetana se basan, desde los años setenta, en una nueva política por una solución pacífica, en la cual la máxima figura del budismo lamaísta pueda ser restaurada en un Tíbet democrático y autónomo. De todas formas, el gobierno en el exilio inicia desde 1963 un proceso de democratización de las instituciones del gobierno político del Tíbet. En 1992 ya se había escrito una constitución para un futuro Tíbet libre, en la cual se afirmaba que cuando el Tíbet fuese libre se necesitaría crear una asamblea constituyente y aquel día, el Dalai Lama, transferiría toda su autoridad política al presidente interino, y viviría como un ciudadano ordinario. Actualmente, los tibetanos en el exilio ya escogen su propio gobierno y parlamento.

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1.2. El Derecho a la Autodeterminación de los Pueblos aplicado al conflicto del Tíbet El conflicto sobre el estatus político del Tíbet en relación con China ha llegado a un punto muerto. El Dalai Lama en el exilio se encuentra

ahora

en

una

posición

débil

ante

las

relaciones

económicas chinas con el mundo occidental. Sin fuerza para provocar cambios en el interior del Tíbet; y con un gobierno y una comunidad exiliada en Dharamsala (India, Bhután y Nepal) que ve como el Dalai se hace mayor y la situación de invasión por parte del gobierno chino tanto en la cultura, la lengua, como en la promoción de la inmigración desde otras regiones de etnia “han” china, poco a poco han ido transformando el paisaje tibetano, a través de una modernización forzada y un robusto proceso de colonización cultural. El Tíbet ha sido analizado por la historiografía occidental como un conflicto clásico de colonización cultural. El conflicto tibetano se basa en la demanda de los tibetanos de autodeterminación e independencia contra el derecho de un estado multiétnico, la República Popular de China, para mantener lo que ellos consideran parte histórica de su integridad nacional como estado. Una disputa de este tipo es difícil de resolver por el hecho de que no hay un consenso

internacional

claro

sobre

los

derechos

de

las

3

nacionalidades frente a los derechos de los estados . La Carta de las Naciones Unidas afirma que el objetivo de la ONU ha de ser el de asegurar relaciones amistosas entre las naciones basadas en el respeto a los principios de igualdad de derechos y del 3

Ver M. Goldstein. Dalai Lama’s Dilema. En Política Exterior. Enero-Febrero 1998. Vol. 77 no. 1.

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derecho a la autodeterminación. Pero en otro punto, señala esta Carta que nada de lo que se especifica en la Carta de Derechos Humanos autoriza a las Naciones Unidas a la intervención en cualquier asunto interno de los estados. Las ambigüedades sobre cuando una entidad (colectivo nacional, gobierno

regional,

autodeterminación

etc.) ha

tiene

hecho

el

de

la

derecho opinión

de

perseguir

internacional

la una

dimensión importante de estas disputas. A partir de aquí una de las claves de la negociación en el conflicto del Tíbet ha sido el apoyo y control de la opinión internacional, y una de las dimensiones más importantes de esta lucha ha sido el control para la historia del Tíbet. Así, el control para clarificar la posición histórica del Tíbet respecto a China ha sido uno de los temas centrales de discusión también en la mesa de negociaciones. En el caso del Tíbet los dos bandos han ido enganchando y juntando trozos de historia para dar apoyo a su punto de vista. El gran esfuerzo empleado en ganar la lucha por la historia ha hecho que un redactado

de

la

historia

del

Tíbet

sea

difícil,

incluso

para

especialistas. Por eso, lo que presentamos a partir de aquí es un análisis del conflicto del Tíbet en el terreno de la lucha diplomática actual: un análisis de la historia del Tíbet y sus relaciones con China,

donde

paso

a

paso

se

presentan

las

posiciones

historiográficas enfrentadas, las relaciones históricas de vasallajeprotectorado-independencia entre el Tíbet y China, y otros estados y/o gobiernos. Veremos que, si seguimos la historia reciente, como hizo

la

Comisión

Internacional

de

Juristas

en

su

influyente

documento de 1960, creeremos que desde un punto de vista histórico el Tíbet es un estado invadido.

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En la segunda parte del texto, también siguiendo el curso de la historia, se presentan aquellos aspectos que hacen referencia a las violaciones de los derechos humanos que se han producido en el Tíbet coetáneo, de 1949 a la actualidad. La presentación sigue el curso de la historia, y permite comprender los cambios en las vulneraciones de derechos humanos y derechos colectivos en relación con el entorno internacional y el período político que vive la China comunista.

2. Las relaciones históricas entre tibetanos y chinos 2.1 ¿Dónde se sitúa el nacimiento del Tíbet? El contacto político entre chinos y tibetanos se remonta al siglo VII, cuando el Tíbet es unificado en un estado llamado Yarlung. Se dice que la unificación fue producto de la fuerza de las tribus nómadas, pero también de la necesidad de las poblaciones sedentarias del Tíbet central de defenderse de los chinos, la etnia históricamente enemiga. Durante los tres siglos posteriores (618-907) el país fue gobernado por una larga lista de reyes que, gracias a su capacidad guerrera, expandieron las fronteras con varios pequeños reinos subordinados a la dinastía china Tang. Desde el Tíbet se ha considerado que, en este periodo, China era tributaria de Tíbet. Por su lado, los chinos consideran el Tíbet es parte de China desde tiempos inmemoriales, como una de las ‘cinco razas’, según afirmaba Sun Yat-Sen. Lo que es cierto es que en el siglo IX China y el Tíbet ya habían firmado varios tratados para estabilizar sus fronteras

(823).

Estos

acuerdos

son

uno

de

los

principales

argumentos de los tibetanos a la hora de demostrar que en este

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período eran ya un gobierno y un territorio administrativamente independiente. El rey más importante de esta época en que nace el estado tibetano fue Srongtsen Gampo, de mediados del siglo VII. Es durante su reinado que se considera que nace el primer estado tibetano (entidad administrativa), y que este llega a altas cotas de sofisticación, con la introducción de un código de leyes, una estructura tributaria, y el desarrollo del tibetano escrito, procedente del sánscrito. También es en este período que nace el legado espiritual budista del Tíbet actual, con la llegada del budismo desde India. El rey Songsten Gampo se casó con cinco mujeres, tres de ellas tibetanas, y posteriormente dos más, una nepalí y una china, las dos de religión budista. Así creaba lazos con las potencias de la región. Tanto la princesa nepalí como la china eran budistas, pero la princesa que venía de China trajo con ella una imagen de un buda (que hasta la actualidad se muestra en la catedral central de Lhasa, Jokhang) que está considerada como la imagen sagrada más importante del Tíbet. Todos estos elementos conforman las bases del budismo lamaísta actual, que se extendió en este periodo por todo el Tíbet.

2.2 La hegemonía de las órdenes monásticas y el sistema de las reencarnaciones Del siglo IX al XIII el Tíbet vive un periodo de decadencia respecto al que había sido el gran imperio del Tíbet. Los enfrentamientos entre los dos hijos del cuadragésimoprimero y último rey del Tíbet, desembocan en la desintegración del país (año 842). También es época de decadencia para la esplendorosa China, una vez caída la

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dinastía Tang. Durante estos tres siglos, las fronteras entre China y Tíbet se desdibujan, ambos imperios se desmiembran y los diversos territorios son gobernados por jefes locales independientes que no obedecen ninguna autoridad superior. No hay referencias de relaciones políticas entre China y el Tíbet en este periodo, como tampoco durante el periodo de la dinastía Sung china (960 – 1279). Es durante esta decadencia que el budismo avanza en el Tíbet. Se funda la orden budista tibetana del sombrero rojo, y se construye su templo más importante: Sakya, cerca de Lhasa. Bajo esta orden, y a mediados del siglo XIII, el país será reunificado. Otras órdenes religiosas, como Karma Kargyu o Drigung Kargyu también nacen en este período, y junto a la del sombrero rojo, también se involucran en política, dando apoyo y recibiendo protección de diferentes jefes locales. Es también a finales del siglo XII que en la región se da la unificación de los clanes mongoles bajo su primer gobernante: Genghis Khan. La superioridad territorial de este imperio en la región (que más adelante conquistará toda China, pero que también llegará a Italia convirtiéndose en el Imperio más grande de la historia de la humanidad) hace que mongoles y tibetanos lleguen a un acuerdo. Inicialmente, los mongoles invadieron el Tíbet en 1207 sin derramar sangre. Hasta la muerte de Genghis Khan (1227), el status quo era que los tibetanos pagaban tributo. Pero con la muerte de Genghis Khan los tibetanos dejan de pagar. El nuevo jefe mongol envía a su hijo Godan a invadir el Tíbet. Esta vez la invasión es sangrienta, los mongoles destruyen varios monasterios, y casi llegan a Lhasa, pero también recopilan información de la región. Como resultado de esta

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información se invita al Lama considerado más erudito a la corte mongola. El monje Sakya Pandita llega a la corte mongola y presenta la total sumisión del Tíbet a la ley de los mongoles en 1247. Estos quedaron impresionados con el lama y, a cambio de sus instrucciones

religiosas,

le

nombraron

regente

del

Tíbet.

Posteriormente, en 1269, el sobrino de Sakya Pandita, Paghpa, fue otra vez investido regente por quien en aquel momento dirigía el Imperio Mongol, Kublaj Khan4. La posición administrativa en que quedó el Tíbet se puede considerar como una cesión de poder de los mongoles a uno de los dirigentes del Tíbet. Así, el máximo responsable de la secta Sakya es nombrado virrey y gobierna en nombre del Emperador de Mongolia. Este acuerdo es la base de la que se ha llamado la relación Chö-Yön (monje-patrón). Este modelo de relación entre mandatarios

se

basa

en

relaciones

de

igualdad

entre

los

5

gobernantes mongoles y tibetanos . Esta relación regula la estructura de poder entre quien tenía el poder político y quien tenía el religioso, de manera que cada uno se sometía al otro en la materia que le correspondía. La relación se basaba en la dispensa, por parte del Lama, de enseñamientos espirituales al patrón, mientras que el patrón le protegía de los peligros que perturbaban su vida religiosa. En las ceremonias, dependiendo de sí se trataba de un acto religioso o de uno político, 4 La Dinastía Yuan fue instaurada por el jefe Mongol Kublai Khan, después de la conquista de China en 1208. Esteve Moltó, José Elías. El Tíbet: La Frustración de un estado. Publicaciones de la Universitat de València, Ed. Tirant Lo Blanc. 5 Se trata de un modelo único de relación entre estados ligado a la singularidad del Tíbet como estado budista lamaísta. Encontraremos a lo largo de este documento que este modelo de relación, único para al Tíbet, es solo parcialmente comparable con cualquier fórmula conocida en occidente de modelo de vasallaje o protectorado.

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los dos máximos representantes se sentaban en un trono más elevado o más bajo en función de quien era la autoridad máxima de cada

ceremonia.

Este

periodo

ha

sido

considerado

por

los

investigadores chinos como uno de los momentos que demuestran que el Tíbet ha sido históricamente parte de China, ya que consideran las concesiones del ‘virreinato’ como una cesión del Emperador Khan que posteriormente continuará la dinastía Yuan al conquistar China en 1279. Los chinos consideran que estas conquistas son el origen de la unificación de China, y que la relación Chö-Yön es una relación normal de vasallaje con el emperador mongol. El nacionalismo tibetano, en cambio, opina que tanto el Tíbet como China se encontraban sometidos a los mongoles, aunque el centro del Imperio Mongol fuese, en aquel momento, en territorio chino. Y destacan también que durante la hegemonía mongola en la región, el Tíbet, fue el único territorio conquistado que se mantuvo gobernado por mandatarios escogidos por estamentos políticos autóctonos del Tíbet. El camino para discernir esta historia tendría que ser el derecho internacional, pero estas relaciones basadas en factores culturales ligados a relaciones internacionales son difíciles de medir con los parámetros de derecho internacional actual. La relación Chö-Yön es una relación exclusivamente tipificada en las relaciones entre tibetanos y mongoles. Los Sakya son destronados del gobierno del Tíbet en 1358 por gobernadores menores, y la dinastía Yuan, muy debilitada, no puede hacer nada. Además, también la dinastía Yuan es destronada diez años más tarde por la étnicamente china dinastía Ming. De 1368 a 1644, con el gobierno de los Ming en China, no se ejerció ningún tipo de autoridad administrativa sobre el territorio tibetano. De hecho, los Ming daban títulos a los regentes tibetanos, pero no eran los chinos quienes los escogían, sino que se considera que eran

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un reconocimiento a la autoridad política. La decisión se tomaba en el Tíbet. Es más, la nueva dinastía Ming, preocupada por su independencia del Imperio Mongol, busca desde el inicio el apoyo de los lamas tibetanos. En el Tíbet, se dan regímenes dinásticos seculares hasta que en 1642 aparece el que se ha llamado el estado lamaísta. La Dinastía Phagmogrupa (1251-1434) La hegemonía de la dinastía Sakya sobre el Tíbet duró hasta mediados del siglo XIV, y se reconoció la autoridad tibetana hasta el último de sus emperadores mongoles (1350).

En 1350 el rey del

Tíbet decide romper unilateralmente las relaciones políticas con Mongolia, ya en grave decadencia, mientras que China no se separa hasta unos años más tarde, con la llegada al poder de la dinastía Ming (étnicamente China). Pero esta ruptura con Mongolia fue solo política, y no afectó a las relaciones culturales y religiosas. En 1358, la provincia U del Tíbet central cayó a manos del gobernador de Nedong, un monje de la secta Phagmogrupa, Chanchub Gyaltsen, una rama de la escuela Kargyu, que ejercía autoridad predominante sobre todo el territorio tibetano. Once lamas de este linaje gobernaron el Tíbet durante los siguientes 86 años. Durante este período el país se divide en trece regiones y se promulgan leyes penales. Estos cambios administrativos, que se producen ya antes de la caída de la dinastía Yuan, demuestran, para los historiadores pro-tibetanos, la independencia administrativa tibetana respecto de los mongoles Yuan que gobernaban China, en decadencia. Esto es importante porqué el historicismo de la China comunista afirma que fue así como el Tíbet pasó de estar sometido a los Yuan a estarlo por los Ming. Por su lado, diferentes

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historiadores occidentales afirman que no se puede considerar que los Ming fuesen una sucesión de los mongoles, sino que ambos eran enemigos, tal y como demuestra la misma gran muralla china. El linaje que sucedió a los Phagmogrupa fue el Rinpung, que mantuvieron el poder hasta 1566. Posteriormente la dinastía regente fue la Tsang, hasta 1642. Durante todo este período los contactos entre lamas tibetanos y la dinastía Ming (1368 – 1644) se limitaron a la confirmación de los títulos y los gobernantes. Otro argumento de la historiografía pro-tibetana es que, a diferencia de los mongoles, los Ming daban estos títulos como reconocimiento de una realidad política, y no en un sentido de sumisión. Para el imperio de los Ming la importancia de mantener buenas relaciones con los lamas se centraba en la influencia que estos podían tener sobre las tribus mongolas. Mientras tanto, Tsongkhapa Losang Dragpa, uno de los monjes más importantes del Tíbet nacía en 1357. Será el fundador del Monasterio de Gaden, el primer monasterio de la secta Geluk, que se inició como linaje en 1409.

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2.3 La orden eclesiástica del Sombrero Amarillo y el inicio de la hegemonía del gobierno de los Dalai Del nacimiento a la hegemonía de la Orden del Sombrero Amarillo6 Hasta este momento, el Tíbet había sido dominado por las sectas del ‘Sombrero Rojo’. La escuela religiosa Geluk o del Sombrero Amarillo es la de los Dalai, que todavía no existen. La historia de esta orden, que será la más importante del Tíbet, se inicia cuando en el último tercio del siglo XIV, el maestro Tsongkapa, un monje brillante de Amdo (la principal región en litigio con la China de hoy), llega al Tíbet Central. Ante el declive moral en que se encuentra la región, especialmente por lo se refiere al celibato de los monjes, empieza a desarrollar una doctrina que enfatiza los votos del celibato y el estudio escolástico como único camino para ser iluminado. Así se inicia la orden de los Geluk, en tibetano “los virtuosos”. Las órdenes existentes enseguida muestran sus suspicacias ante una nueva escuela que, lentamente, va ganando apoyo entre la aristocracia. En 1409 el maestro Tsongkapa funda Gaden, el primero de una serie de monasterios que se irán extendiendo por todo el Tíbet. Destacan especialmente Drepung (1416) y Sera (1419) dos pequeñas ciudades de monjes en los alrededores de Lhasa, que en 1950 tenía más de quince mil residentes. El siglo XV e inicios del XVI son siglos que se caracterizan por luchas civiles y religiosas por el control del gobierno político, la administración tibetana y, sobre todo, la hegemonía religiosa. 6 La orden del sombrero amarillo, es la que también se llama Orden Monástica Geluk.

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El periodo más importante es el de Sonam Gyatso (1534 – 1588), nacido en 1534, fue la primera reencarnación que recibió el título de ‘Dalai’. Se le recuerda como un monje erudito y brillante que se convirtió en maestro espiritual de algunos de los gobernantes seglares del Tíbet, e hizo de mediador entre diferentes facciones en conflicto en la región tibetana. Mientras tanto, el jefe de tribu mongola Alta Khan consiguió reunificar las tribus mongolas y atacó a la China Ming hasta la misma Beijing. El reencuentro entre el Lama y Alta Khan, llevó a recuperar las enseñanzas del lama, y a rehacer la relación Chö-Yön. Alta Khan confería a cambio al lama el título de Dalai, que no es nada más que la palabra gyatso (palabra tibetana) en mongol, y significa “océano”. Así, los Dalai Lama pasan a ostentar el título de “Océano de Sabiduría”. Como Sonam Gyatso era la tercera reencarnación en su línea sucesoria, se convirtió en el Tercer Dalai Lama, ya que el título fue póstumamente conferido a las dos reencarnaciones previas. El sistema de las reencarnaciones Es en este periodo y con esta orden eclesiástica en el poder cuando se instaura como único sistema sucesorio el de las reencarnaciones. Al morir el discípulo del maestro fundador que dirigió la secta hasta 1474, Gedum Gyatso, se determinó que su espíritu había pasado a un niño, y se le consideró su sucesor espiritual. Aquí encontramos el origen del sistema de la reencarnación7. Hay autores que consideran que este modelo sucesorio surgió anteriormente a la secta Karma

7

Esteve Moltó, J. E. op. cit. p. 57.

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Kargyu8, con influencia de la religión ancestral tibetana, el bön, a finales del siglo XII, mucho antes del nacimiento de la secta Geluk. La idea se basa en la creencia budista que todos los humanos están atrapados en una secuencia inacabable de nacimiento, muerte, renacimiento hasta llegar al Nirvana (la iluminación)9. En un mundo donde las sectas religiosas habían competido históricamente por ser las preeminentes, los beneficios políticos y religiosos de esta teoría eran claros, y se adoptó rápidamente como una

forma

típica

de

la

religión

tibetana.

El

sistema

de

reencarnaciones desarrolló una serie de linajes que funcionaban en base a la posesión de propiedades. Este sistema mantuvo identidad legal durante siglos y se convirtió en la base de la estructura social en el periodo feudal en el Tíbet. Si todos aceptaban la validez en el proceso de descubrimiento de la reencarnación, el carisma de la reencarnación del linaje sería objeto de devoción continuada a lo largo de los siglos. No es de extrañar, entonces, que la secta Geluk adoptase esta tradición cuando en 147410 uno de sus maestros religiosos más importantes murió. De la persecución al control del Tíbet por la Orden del Sombrero Amarillo La reencarnación del cuarto Dalai Lama fue el bisnieto de Alta Khan, hecho que otorgó al título implicaciones políticas. Este cuarto Dalai

8 A, Goldstein, The snow-lion and the dragon: China, Tíbet, and the Dalai Lama. . 1997. Berkeley. University of California Press, 1997. Capítulos de 1 a 5 colgado en la web: http://ark.cdlib.org/ark:/13030/ft2199n7f4/. 9 Ibid. 10 Gendudrup fue el primer Dalai, el segundo fue Gendun Gyatso, y el tercero, Sonam Gyatso (el lama que recibió el título de Dalai como regalo de parte de los mongoles). Él fue el primero en ostentar el título en vida. El primer y segundo Dalai recibieron el título de manera póstuma.

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Lama entra en Lhasa en 1601 escoltado por el ejército mongol. En este momento, los regentes en el Tíbet son la dinastía Rimpung, como posteriormente los Tsang, los cuales están relacionados con una de las sectas más establecidas, los Karma Kargyu. En 1616 muere el cuarto Dalai, y encuentran su reencarnación en el Tíbet central en el niño Lobsang Gyatso, el quinto Dalai Lama y el que finalmente llevará al gobierno de los lamas al control de todo el Tíbet. El poder monárquico gobernará el Tíbet hasta 1642, cuando será sustituido por el llamado estado Lamaísta. El Rey de Tsangpa, que controlaba la región del sur (el territorio tibetano se había mantenido hasta aquí dividido con algunos pequeños reinos, además de la región central), se enfrentará a la secta Geluk, que dominaba la región central y U. Históricamente se dice que estas luchas tenían como objetivo la eliminación de la orden Geluk, que empezaba a tener pretendientes entre la aristocracia tibetana. Durante la juventud del quinto Dalai, el conflicto político entre las diferentes escuelas se intensifica a raíz de la ocupación y matanza de monjes en dos de los monasterios más importantes de los Geluk por parte de las tropas del Rey, con el apoyo de la orden de los Karma Kargyu. Ante la amenaza de que las tropas del rey atacasen el Tíbet Central y Lhasa, y eliminasen todo vestigio Geluk, estas piden ayuda a los mongoles en 1633, una de les últimas ocasiones en que se hace uso de la relación Chö-Yön con los mongoles. Así, el brazo armado del Dalai Lama vuelve a ser el ejército mongol. El ejército de la tribu Qost y su jefe Gushri Khan, discípulo del Dalai Lama, responden a la demanda de ayuda, y en 1640 ya han reducido a las tropas enemigas y el ejército mongol queda instalado en Amdo. Finalmente entraron al Tíbet Central donde en 1642 fue ejecutado el último rey de la dinastía Tsang. Los mongoles volvían

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a jugar un papel importante en la política interna del Tíbet. GushriKhan dio autoridad suprema sobre el Tíbet al quinto Dalai Lama. La secta Geluk pronto superó a las otras –que fueron perseguidas, en especial Karma Kargyu- en medida, fuerza y riqueza. Se trata de la primera reunificación de todo el territorio tibetano desde el siglo IX (Tíbet Central y Khan). La relación político-religiosa de monjepatrón entre los Geluk y los mongoles será clave en los siglos XVII y XVIII en las relaciones chino-tibetanas. El gobierno del quinto Dalai Lama Después de recuperar el Tíbet para los lamas, Gushri Khan deja sus tropas en la región de Amdo, se autoproclama rey del Tíbet, y se instala en el Tíbet Central. La fuerza militar del gobierno Geluk requería de sus tropas. Mientras el gobierno de la secta Geluk se dedica a unificar el Tíbet, la dinastía Qing de la Manchuria se encontraba en el estadio final de la conquista de China. En 1644 esta dinastía toma el poder, y lo mantendrá hasta 1911. Fue bajo este gobierno del quinto Dalai Lama y el Rey Mongol del Tíbet Gusri Khan, que se reunifica todo el territorio, hecho que no se daba desde el siglo IX. En este periodo el gobierno tibetano mantuvo relaciones internacionales con Nepal, Bhutan, o Ladakh. Este hecho demuestra según la historiografía tibetana la libertad absoluta de acción de los gobiernos de este periodo en el Tíbet. Estas relaciones fueron, en algunas ocasiones, conflictivas. La situación se alargó hasta que en 1684 (dos años después de la muerte del quinto Dalai), se firman las fronteras definitivas del nordeste. Al mismo tiempo, el que hoy se conoce como territorio

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chino acababa de ser conquistado por las tropas de la Manchuria, lideradas por la dinastía Qing, y el ejército mongol oriental. Cuando las tropas del imperio Manchú invadieron China (1656), el emperador Qing invitó al Dalai Lama a visitar Beijing. Tanto el Tíbet como el nuevo imperio Manchú estaban muy interesados en establecer sólidas relaciones de amistad. Por su parte, el Dalai Lama buscaba establecer una relación de intercambio al estilo de la que tenía con los mongoles, ya que se había demostrado como una fórmula de gran efectividad para sostenerse a pesar de la debilidad de su propio territorio. El emperador Qing, por su lado, necesitaba mostrar

respeto por el pueblo tibetano para evitar posibles

enfrentamientos con los mongoles. Tanto en aquella visita como posteriormente, se considera que el Dalai siempre fue tratado como máximo representante del Tíbet, no se han encontrado señales de subordinación

política.

Las

comparaciones

para

demostrar

la

independencia de uno, y la clara relación de vasallaje que defienden los historiadores chinos, no tienen suficiente base sólida. Solo un factor ha permitido argumentar a la historiografía occidental y protibetana la realidad de máximo mandatario de Lobsang Gyatso, el quinto Dalai Lama. Se trata de un hecho de protocolo: del Dalai Lama nunca fue requerido lo que se conoce como kowtow, un protocolo ritual que se exigía a los mandatarios de las misiones ‘bárbaras’ ante la presencia del emperador chino. El hecho de no haber sido exigido al Dalai, y el hecho de que el Emperador bajase del trono a recibirlo, son para algunos expertos una de las razones más claras y convincentes del estatus que se otorgaba al Dalai. Pero es también en este periodo que el emperador Qing empieza a sospechar del Dalai. Un Dalai que mantenía muy buena relación con

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los mongoles y que posibilitó el establecimiento de los dzhungaros en la región del nordeste. 2.4 La época de la discusión: ¿El Tíbet era un protectorado chino? La época de controversia. El protectorado de los Qing Este es el periodo en qué menos claro queda el estatus del Tíbet respecto de sus vecinos, y es también el periodo en que surgen las disputas

políticas

y

religiosas

que

originan

el

conflicto

historiográfico. Actualmente, la lectura de unos se basa en reforzar los aspectos religiosos de la relación Chö-Yön, mientras que la de los otros se centra en reforzar los aspectos políticos. Así, la historiografía china considera que es en este periodo histórico cuando por primera vez se concede al Dalai Lama este título político y legal, mientras que por parte tibetana se intenta demostrar que el título es mongol y muy anterior, además de considerar que se da solo un acuerdo de relación Chö-Yön idéntico al que había unido a tibetanos y mongoles. El Desi y la invasión de Lhabsang Khan Con la muerte del quinto Dalai empieza una época de regencias que, como pasa siempre en estas situaciones, es muy problemática y conflictiva. El regente Sangye Gyatso, escogido Desi antes de la muerte del quinto Dalai toma el poder e intenta controlar la inestabilidad escondiendo la muerte del quinto Dalai. Pero en 1696 el secreto se hizo público. El nuevo sexto Dalai Lama fue encontrado con anterioridad, pero se anunció como la reencarnación de otro lama, y no fue entronado como Dalai hasta 1697. Este Dalai es el

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lama poeta (por llevar una vida laxa, y no aceptar los votos de celibato). Este regente (en nombre del Dalai Lama) intenta acercarse a los dzhungaros, mongoles del norte. Los ayuda en su intento de reunificar Mongolia, a cambio del su apoyo para expulsar a la tribu de los Qost, que se habían establecido en la región de Amdo (lideradas por el nieto de Gushri Khan). Es en estos momentos que el emperador chino empieza a sospechar de la lealtad del gobierno tibetano, porque los dzhungaros representaban el único peligro mongol para el imperio Manchú. Pero en 1696, poco después de que chinos y rusos firmaran un acuerdo para repartirse las áreas de influencia en Asia Central, las tropas chinas derrotan a los dzhungaros. Los miedos del regente ante la presencia de Lhabsang Khan, jefe de los Qost, no eran infundadas. Khan pretendía recuperar el trono del Tíbet, y con el apoyo de los Qing y la aristocracia tibetana, lo invadió. En 1697 Lhabsang Khan es nombrado Rey del Tíbet y derrota a las fuerzas que daban apoyo al regente en 1705. Después de ejecutar al regente, expulsa al sexto Dalai Lama en el exilio, alegando no comportarse como un verdadero lama y por tanto degradaba la imagen de la figura religiosa, y se hace cargo de las funciones ejecutivas del estado. El emperador chino envió un representante a Lhasa para reconocer a Khan como gobernante del Tíbet bajo la protección del emperador chino, ya que lo consideraba la mejor opción para defenderse contra otras tribus mongolas. Khan acuerda pagar tributo al Emperador. Desde aquel momento el rey del Tíbet reinaba bajo la subordinación de la dinastía Manchú. El sexto Dalai Lama murió de camino a Beijing en 1706 y, gracias a

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uno de sus poemas, los monjes tibetanos buscaron su reencarnación en la región de Litang11. Lhabsang Khan fue impopular desde el inicio por no respetar las reencarnaciones, y lo más impopular fue el anuncio por parte del Rey que Tsayang Gyatso no era el verdadero sexto Dalai, colocando un protegido suyo en su lugar. El descontento se extendió entre la población y los monjes. Los monasterios Geluk pidieron apoyo a los dzhungaros. En 1717, después de una batalla en la cual participan los

monjes,

Lhabsang

Khan

es

asesinado.

Los

dzhungaros

nombraron un nuevo regente del Tíbet. Pero los dzhungaros, que habían prometido traer el que había sido reconocido como el séptimo Dalai Lama en Lhasa, lo dejan en un monasterio cercano a la frontera con China. Además, los mongoles protagonizaban saqueos y ejecuciones de monjes de la secta del sombrero rojo. Y aquí entra en juego el ejército chino: ante la amenaza, Lhabsang Khan había pedido ayuda militar al emperador Qing; este, con algunos aristócratas tibetanos, derroto a los dzhungaros, que fueron expulsados con el apoyo de las tropas que se habían empezado a organizar, de aristócratas tibetanos12 en 1720. Fueron estas tropas las que llevaron al VII Dalai a Lhasa y, sin ninguna duda, la llegada de este primer ejército chino (de 4 que se enviaron a lo largo del siglo XVIII) enviado por el Emperador para socorrer al gobierno de los Dalai, señala el inicio de un nuevo estatus para el Tíbet respecto a la dinastía Qing, y un cambio en relación a la situación hasta el momento. El gobierno de los Dalai queda bajo la protección de la 11

Este sexto Dalai Lama poeta deja el siguiente verso: “lend me your wings, white crane; I go no farther than Litang, and thence return again”, que se traduce como “déjame tus alas, grúa blanca. No iré más lejos de Litang, y después volveré”, extraído de la obra The Snow Lion and the Dragon. Goldstein, M. 1997, op. cit. p.13. 12 Como por ejemplo los nobles Polhanas y Canchenas, que posteriormente tendrán un papel importante en la historia tibetana.

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dinastía Qing, que intenta crear una especie de protectorado en el Tíbet. De todas formas, la historiografía está bastante de acuerdo con el hecho de que el emperador no tenía interés en controlar administrativamente el Tíbet, solo quería evitar que los lamas, aprovechando su carisma religioso, pidiesen apoyo a los mongoles, muy debilitados, y pusiesen en peligro sus intereses. El protectorado y el vasallaje Qing Los Qing pero, tenían la necesidad de asegurar al Tíbet sus intereses dinásticos. Además de asentar un destacamento, en 1721 los chinos para asegurar la paz crearon una administración formada por cuatro ministros o kalön, escogidos de entre los nobles tibetanos que habían dado apoyo a Lhabsang Khan, como Polhanas y Kanchenas, que fue escogido presidente. Este consejo de ministros ejercía sus funciones bajo las órdenes del enviado imperial, que no tenía funciones administrativas, solo de supervisión. Este enviado y el ejército asentado en Lhasa fueron retirados en 1723. Un monje jesuita, habitante del momento en Lhasa, escribió de manera profética del conflicto historiográfico actual: “después de más de veinte años de alborotos y desastres (...) este Tíbet (...) ha quedado sujeto al emperador de China desde octubre de 1720, y aquí sus descendientes continuaran gobernando por muchos siglos”13 Pero el hecho es que poco tiempo después amban y las tropas abandonan Lhasa, dejan el gobierno del Tíbet en manos del noble

13

Extraído de Goldstein, M. op. cit. 1997, pg. 8 de 15 (parte 2).

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Kanchenas. Las discusiones internas acaban llevando en 1727 a un nuevo conflicto civil del siglo (el segundo), cuando el primer ministro es asesinado. Son los propios tibetanos los que resolverán el conflicto, con la victoria del noble Polhanas en 1728. Para defender sus intereses, el emperador envía, por segunda vez en el siglo XVIII, tropas en Lhasa. Estas, al llegar, lo encuentran todo pacificado por la misma clase política tibetana, pero ejecutan a los tres ministros restantes y entronizan definitivamente a Polhanas como nuevo regente del Tíbet. Para consolidar la figura de Polhanas, el gobierno chino inicia una campaña de desprestigio del VII Dalai, a quien se recluye en un monasterio Kham hasta 1735. La excusa fueron las buenas relaciones del Dalai con los ministros ejecutados, pero en realidad los Qing buscaban asegurar la paz y mantener sus intereses fronterizos como en la primera intervención china del siglo. También es por esto que se envía un segundo destacamento militar, y establecen la figura de dos amban o residentes imperiales que supervisarían las actividades de los ministros tibetanos y el nuevo destacamento. Esta situación se mantendrá hasta 1911. Pero las reformas administrativas dirigidas desde Beijing empiezan a ir más allá. El intento del emperador de controlar el Tíbet le lleva, en 1728, a dividir administrativamente el territorio en dos regiones, una de ellas, la región Kham, étnicamente tibetana, es puesta bajo las órdenes de la provincia de Sichuan. En la otra, los tibetanos y mongoles de Amdo ya habían sido puestos bajo la supervisión de Xining en 1724; y el Tíbet Central y la región Kham del Oeste son controladas por Polhanas. El intento de división del Tíbet llega a la instrumentalización de la figura del Panchen Lama. Desde Beijing se ofrece a la escuela Geluk el control de un conjunto de regiones del

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sur, que quedarían bajo las órdenes del Panchen Lama. Este no acepta el ofrecimiento, pero acaba dirigiendo tres distritos de Tsang. En

este

momento,

el

Tíbet

ha

quedado

administrativamente

fragmentado. Estas reformas trajeron nueve años seguidos de paz. Y son estas primeras divisiones territoriales las que hacen que hoy tengamos la Región Autónoma del Tíbet (como un ente político dentro de la República Popular de China) y el llamado Tíbet histórico (territorios étnicamente tibetanos puestos bajo la supervisión de gobiernos de otras provincias chinas), y son responsables también de los intentos actuales de confrontación entre la primera y segunda figura del budismo lamaísta, Panchen y Dalai. Las tierras de este Tíbet histórico que ahora se desmiembran por primera vez, es la procedencia de gran cantidad de los refugiados tibetanos actuales, y uno de los factores que

impiden hoy al Dalai tener una posición

negociadora fuerte, para la demanda de un territorio que China ha negado que sea el Tíbet. En este tiempo, Polhanas consiguió ganarse la confianza de los Qing y de los amban, hasta que finalmente las tropas Manchú vuelven a Beijing. Con la situación controlada, Polhanas devuelve el Dalai Lama a Lhasa, ahora solo como figura espiritual. Desde Beijing se da el título hereditario de Príncipe a Polhanas en 1739. Considera la historiografía tibetana que los ambans nunca tuvieron mayor interés político por el Tíbet que la supervisión de la defensa, lo que indica que los gobiernos tibetanos tomaban sus propias decisiones sobre la administración del Tíbet. La tercera invasión china En 1747 muere Polhanas y le sucede su hijo continuando con un periodo de gobierno eminentemente secular. Cien años después de la unificación del Tíbet bajo el Dalai Lama, nos encontramos ahora

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con

una

familia

aristocrática

que

gobierna

el

Tíbet bajo

la

dependencia del Emperador Qing. Sin embargo, el nuevo rey desea eliminar la influencia de la política Manchú del Tíbet, a diferencia de su padre que siempre se había basado en una política de equilibrios. Después de varias quejas al emperador consigue que este reduzca el destacamento militar chino en Lhasa, que suponía un gasto de manutención, y consigue también que el emperador ordene a los ambans la no interferencia en los asuntos de la administración tibetana, ni explotar a la población. De hecho, desde el inicio del gobierno de Polhanas la región había estado en paz, y el emperador consideraba que respetar la realidad vigente sería la manera de mantenerla. Pero el nuevo príncipe no tenía suficiente, y encabeza una conspiración con los dzhungaros en 1750. Al descubrirlo, los ambans asesinan al rey. Aquel mismo año, estalla una rebelión popular, encabezada por los seguidores del príncipe, que acaba con la vida de los ambans. El emperador Qing Long envía un nuevo ejército al Tíbet. Pero ya anteriormente, y ante el caos en que cayó Lhasa, el Dalai Lama toma el poder político y administrativo, y consigue pacificar el país. Este hecho supuso la restauración del gobierno teocrático del Dalai, que se mantiene desde entonces. En el momento de la llegada de las tropas Qing el Tíbet ya estaba en paz. El Dalai Lama, por su influencia, consigue parar las matanzas de chinos, y escoge entre la aristocracia tibetana las personas que gobernarán administrativamente el Tíbet, encarcelando al mismo tiempo a los líderes de la revuelta. Al llegar, las tropas Qing actúan como en 1723 y en 1728, llevando a cabo reformas administrativas en el gobierno del Tíbet. El emperador impuso el poder de los ambans por encima del de los ministros tibetanos, pero incluye, por

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primera vez, un monje de la secta del Sombrero Amarillo como ministro, además de permitir la participación de los jefes de los tres monasterios más importantes de la orden Geluk en los aspectos centrales de la administración del Tíbet. Encima de todo de la nueva estructura política estaba el poder teocrático del Dalai Lama, que se mantiene ininterrumpido hasta hoy. Durante las décadas siguientes el Tíbet se mantiene en paz, aunque desunido y débil. Mientras tanto, desaparece la amenaza de los mongoles dzhungaros, la que más temían los Manchú. En 1788, después de una disputa, un ejército de gurkas nepalíes invade el Tíbet y obliga a los tibetanos a aceptar un tratado muy vejatorio. En 1791, después de que el Tíbet no cumpliera este tratado, los gurkas lo invaden de nuevo. En esta ocasión el emperador Qing responde enviando un importante ejército que, al cabo de un año, expulsa a los invasores de Nepal. Era el cuarto ejército que el emperador chino enviaba al Tíbet en el siglo XVIII. La incapacidad de los tibetanos para defender el propio territorio llevó al emperador a una nueva reforma administrativa. Las “Veintinueve regulaciones para un mejor gobierno del Tíbet” ponían las fronteras, el comercio exterior y las relaciones internacionales bajo control de los ambans. Las familias de los Dalai y Panchen no podrían optar a lugares de la administración pública mientras las reencarnaciones estuviesen vivas, así se evitaba que la influencia de estas figuras les llevase al control de todo el gobierno. A partir de aquel momento, los nombramientos de ministros deberían tener la aprobación del emperador, y serían ratificados por los ambans. Se ha interpretado que estas regulaciones elevaban a los ambans al mismo nivel político que los Dalai. Pero aunque esta regulación puede afectar al estatus del Tíbet dentro del análisis político de la

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región, lo más importante y que ha sido considerado como una injerencia, era que regulaba las reencarnaciones de los Dalai y de los Panchen, como una fórmula para que las reencarnaciones no pudiesen caer en manos de familias políticamente poderosas. De hecho, no solo las regulaba sino que cambiaba el formato, el cual consistía en poner en una urna de oro todos los candidatos y, en lugar de esperar la revelación y confirmación del Dalai, de entre los candidatos, los ambans sacarían un nombre de la urna. También se acordó que las tropas chinas quedasen establecidas cerca de la frontera nepalí. Este nivel de control, invadiendo competencias religiosas, no se había dado nunca antes entre el Tíbet y China. Como ya se ha apuntado anteriormente, el hecho de que en el Tíbet la estructura social se base en el hecho religioso ha llevado al control, uso y manipulación de las máximas figuras religiosas, que en el Tíbet, participaban en política, y que en el Imperio Chino han servido para dividir a la comunidad religiosa, y desprestigiar al Dalai. Como son reencarnaciones son figuras veneradas y muy respetadas por el pueblo, controlar una, es tener poder e influencia. En los años posteriores fue el momento en que los ambans ejercían la mayor autoridad. Pero no intentaron absorber el Tíbet, que mantuvo su lengua, el funcionariado tibetano, el sistema legal y que no pagaba ningún tributo a China. Hasta el punto que desde aquel 1792 el emperador promueve un ejército tibetano para no tener que enviar más ejércitos al Tíbet. Solo ésto ya demuestra el interés que los Qing tenían en la región, un interés básicamente centrado en las fronteras. A pesar de todo, la región del Tíbet nunca pasó de un protectorado simbólico. Mantuvieron su lengua, el sistema legal, crearon un ejército propio, y ni se pagaban impuestos. Esta hegemonía pasiva,

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en la cual el Tíbet era mandado por tibetanos, con el Dalai encabezando, sin contradecir a los Manchú, se mantuvo a lo largo de todo el siglo XVIII. Hasta cuatro veces durante este siglo las tropas Qing son enviadas a Lhasa para salvaguardar los intereses Manchú. Este periodo no es visto desde el Tíbet como un periodo de sometimiento y de consolidación de la soberanía china sobre ellos, sino más bien como la respuesta de un gobernante vecino, con el cual se habían creado lazos de intercambio militar-religioso (relación chö-yön), tal y como ya había pasado antes con los mongoles. La historiografía tibetana lo considera el periodo de la consolidación del gobierno de los Dalai. Esta situación de protectorado separado por parte de la dinastía china Qing se mantendrá hasta 1911. El siglo XIX en el Tíbet En el siglo XIX la dinastía Qing inicia una fuerte decadencia; revueltas internas y la Guerra del Opio (1839-42), además de las primeras incursiones externas de países occidentales, la han debilitado y han hecho que dirigiese la atención hacia otras regiones. El Tíbet, por su lado, fue gobernado por regentes a lo largo del siglo XIX, ya que los Dalai murieron jóvenes. La cantidad de intereses de China en este periodo hace que el Tíbet, en solitario, sofoque alzamientos internos, como el de los tibetanos contra las tropas mongolas que requisaban las mejores tierras de la región de Kokonor; o igualmente, el alzamiento del jefe local de Pobo en 1835. Pero además, en este periodo, también tuvieron lugar guerras exteriores con los Sikhs y con Ladakh en 1841-42. La segunda, supuso la imposición de pago de un tributo por parte del Tíbet a Nepal, y que los ciudadanos nepalíes pudieran comerciar libremente

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con y en el Tíbet. Algunos autores han afirmado que gracias a este tratado se crea la primera embajada nepalí en Lhasa. Este tratado fue usado por Nepal en su petición a mediados del siglo XX de entrar en Naciones Unidas, como prueba para demostrar el acuerdo firmado entre dos estados independientes. La guerra con los Sikhs supuso también la firma de un acuerdo fronterizo entre el Tíbet y el Rajá de Cachemira en 1852. Las ‘Veintinueve regulaciones para mejorar el gobierno del Tíbet’ que impuso el gobierno chino en su última intervención en 1792 no se aplican, o quedan rápidamente diluidas en la nada. El IX Dalai Lama es descubierto y reconocido por el método tradicional en 1806, y a pesar de que el décimo, undécimo y duodécimo son escogidos por el método de la Urna de Oro, los posteriores vuelven a escogerse por el método tradicional de búsqueda. En 1897, cuando el XIII Dalai Lama asume el gobierno del país, ya definitivamente se dejó de consultar a los ambans a la hora de escoger a los cargos superiores. Este “dejar hacer” se mantuvo hasta que un tercero entra en escena. Los ingleses alteran el estatus quo de la región de manera dramática. Es ahora, en este periodo, que la ‘Cuestión Tibetana’ empieza a ser latente en el marco del panorama internacional. 2.5 El Tíbet dentro del Gran Juego: De la invasión inglesa a la independencia de facto del gobierno tibetano La invasión británica del Tíbet en 1903 – 04 es una invasión armada por parte de las tropas indias y británicas coloniales. Los objetivos eran varios, y entre ellos, evitar la posibilidad de que el Imperio Ruso pudiese participar de las buenas relaciones comerciales con el

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Tíbet, y por tanto se acercase a la frontera de la India británica. A pesar de que militarmente la invasión fue un éxito, políticamente no estuvo nada bien vista desde el gobierno de Londres. El Gran Juego es el periodo de rivalidad entre la Rusia Zarista y el Imperio Británico por el control de Asia Central. A finales del siglo XIX la influencia británica en el subcontinente indio ya llegaba a la frontera con el Tíbet. Ya en 1861 el gobierno colonial de la India había aprobado una misión exploratoria en Lhasa, con el objetivo de iniciar relaciones comerciales. A finales de siglo, el gobierno chino firmó varios acuerdos con el gobierno británico colonial de la India que les permitían entrar en el Tíbet y comerciar, pero el Dalai Lama siempre se negaba. Finalmente, ante la realidad de que los acuerdos con China no servían para doblegar al Dalai, los británicos enviaron a sus tropas a la frontera con India en misión de reconocimiento, y el ejército tibetano contraatacó. Desde la entrada de las fuerzas occidentales en los equilibrios de la región, nada volvió a ser igual. La invasión inglesa de 1903-04 El gobierno tibetano no aceptó en ningún momento la legitimidad de las misiones inglesas, y les vetaba el paso. Finalmente, en 1903-04 los británicos invadían el Tíbet y, por primera vez en la historia, China responde reclamando su soberanía. El Dalai, que no había escuchado nunca los consejos chinos de negociar con los ingleses, prefirió refugiarse en Mongolia antes que firmar un acuerdo desfavorable, y se exilió. La invasión terminó con la firma de un tratado entre el Imperio Británico y los gobernantes tibetanos, la Convención de Lhasa, según la cual se permitía a los comerciantes del Imperio viajar por el Tíbet sin pagar ningún tipo de impuesto de paso. Pero, y esto es más importante, el acuerdo prohibía al Tíbet

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mantener

acuerdos

con

ninguna

potencia

extranjera

sin

el

consentimiento británico. Así los británicos evitaban cualquier relación con China o con Rusia. Se ha dicho que con este tratado el Tíbet pasaba a ser uno más de los diversos protectorados que en aquel momento tenían relación con la India británica. Hay diversas lecturas en relación con el estatus final del Tíbet después de este tratado. A pesar de que el virrey inglés solo negociaba con los tibetanos, el acuerdo de 1904 fue posteriormente ratificado por los chinos, y por tanto se admitía un cierto control de China sobre el Tíbet. Pero el acuerdo también se ha interpretado como

un

reconocimiento

de

la

soberanía

tibetana,

ya

que

demostraba que el Tíbet tenía la capacidad de firmar sus propios acuerdos. Las posteriores ratificaciones tienen más que ver con esta especie de control de fronteras que los Qing siempre habían intentado mantener, y, al mismo tiempo, con un intento chino de recuperar su influencia sobre el Tíbet. Otros autores ven una contradicción

entre

la

necesidad

que

tienen

las

potencias

occidentales de negociar directamente con las autoridades tibetanas como única manera de alcanzar los objetivos, y la necesidad de negociar con China para legitimarlos. Una contradicción que solo pone dificultades a la hora de aclarar el estatus del Tíbet en este periodo histórico. De hecho, cuando los tories ingleses vuelven al poder en el año 1904, reconocen a China como negociadora en nombre del Tíbet. Desde Londres nunca se había ordenado invadir el Tíbet, sino negociar y llegar a acuerdos. Por eso cuando se enteran de la invasión rectifican parte de los acuerdos y reducen la indemnización impuesta al Tíbet. A pesar de ello, este tratado abre las relaciones entre los gobiernos tibetano y británico. Con todo, Londres veía

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clara la necesidad de reconocer el papel de China como protectora del Tíbet. El acuerdo directo con el Dalai y la imposición de una potencia occidental habían sido considerados una humillación para China. De esta manera, el tratado de 1904 entre el virrey indio y el gobierno tibetano fue confirmado en 1906 por un tratado sinobritánico por el cual el Imperio Británico se comprometía a no anexionarse el territorio tibetano o interferir en su administración, mientras que el gobierno chino se aseguraba la no-intervención de ninguna otra potencia. Con el tratado de 1906, la responsabilidad de cumplir con las obligaciones del tratado de 1904 (Convención de Lhasa) se trasladan al emperador Manchú. Así, en un momento en qué China no tenía ninguna influencia sobre el Tíbet, es el Imperio británico quien les concede esta capacidad de decisión. Un año después, el acuerdo anglo-ruso de San Petersburgo ratifica esta situación, ya que establecía que no se podía negociar con el Tíbet sin la intermediación china. De todas formas, las relaciones comerciales entre tibetanos y británicos no se detienen. La reacción china ante la independencia de facto del Tíbet La invasión británica del Tíbet y la Convención de Lhasa de 1904 alteran la política china respecto del Tíbet. China, a pesar de su debilidad hasta el momento, se resitua en el Tíbet, y pone en marcha un proceso de desprestigio de los lamas, y del Dalai, que habían rechazado su apoyo y sus consejos de negociar con los británicos antes de firmar la Convención de Lhasa, y que como consecuencia dejó al Tíbet en una posición de gobierno subordinada respecto a los británicos. En 1906 Beijing envía a Lhasa un Alto Comisionado que interpreta que el acuerdo anglo-chino de 1906

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tiene un rango legal superior al anglo-tíbetano de 1904. Desde aquel momento China inicia un proceso de influencia y de injerencia en los asuntos tibetanos cada vez más fuertes. La situación del Dalai Lama a partir del exilio de 1904, será cada vez más precaria, ya que los chinos van haciéndose lentamente con la soberanía tibetana. Para expulsar a los británicos, por ejemplo, pagan la indemnización surgida del acuerdo de 1904, que permite echar a las tropas inglesas de la región de Sikkim. Ante esta situación y del control por parte del Alto Comisionado (amban chino) de la política interna tibetana, en 1908 el Dalai visita Beijing para renegociar su posición. En aquel momento, el interés para volver a controlar el Tíbet por parte de China, lleva a las tropas chinas a avanzar lentamente desde Khan hacia el interior del Tíbet. La respuesta del gobierno chino a las demandas del Dalai fue humillante y vejatoria. Se trató al Dalai de “leal y sumiso viceregente”. China optó no obstante por intentar controlar el Tíbet por medio de un Dalai supeditado a los enviados chinos, pero como continuaba manteniendo un fuerte apoyo social entre la sociedad tibetana, fue aprovechado por Beijing. En 1909 China envía miles de soldados a la frontera de Sichuan, y el Dalai, alarmado, pide ayuda a los ingleses. La tensión crece, y finalmente, el 12 de febrero de 1910, los chinos entran violentamente en Lhasa, era la segunda vez en seis años que invadían el Tíbet, y autores occidentales han interpretado este hecho como una prueba clara de la intención china de

anexionarse

el

Tíbet.

El

Dalai

definitivamente rota la relación Chö-Yön.

35

huye

a

India

y

declara

Los tibetanos ofrecen una fuerte resistencia, y en aquel momento había finalizado la revolución china que crea la república14. Con China saliendo de la revolución, en 1912 consiguen lanzar un ataque a los chinos y expulsarlos de su territorio (cuando el último rey de la dinastía manchú abdica), y se obliga a los amban a firmar el Acuerdo de los Tres Puntos. El decimotercero Dalai vuelve al país y proclama solemnemente la independencia del Tíbet. En el mismo 1913 Mongolia y Tíbet firman un acuerdo en el cual se reconocen mutuamente como estados independientes. La declaración de Simla y el estatus final de la entidad política tibetana De hecho, lo más importante de la historia tibetana de este momento es el hecho de que con el final de la dinastía china Qing los

tibetanos

pudieron

expeler

aquellas

reminiscencias

que

quedaban de un vago control de China sobre territorio tibetano. Esto representó que desde 1912 hasta 1951, el Tíbet funcionaba como una nación independiente. Pero el interés por parte de China de anexionarse definitivamente el territorio tibetano en el siglo XX ya se había hecho definitivamente manifiesto. A pesar de todo, el nuevo gobierno chino republicano tomó la posición de que todos aquellos territorios que étnicamente no eran chinos, conquistados por los emperadores Manchú, eran parte de la República. Uno de los objetivos fundamentales de la revolución

14

“Sun Yatsen ‘padre de la revolución’, ya abogó en uno de sus primeros discursos en favor de un estado chino fuerte que pudiese expeler las tropas japonesas de la Manchuria, los rusos de Mongolia, y los británicos del Tíbet”. Extraído de Goldstein, M. op. cit. 1997. p. 31 del capítulo ‘Interlude: the facto independence’ (web).

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china había sido reestablecer la Gran China, donde el territorio tibetano era simbólico. Finalmente en 1913 los británicos esponsorizan una conferencia entre representantes del Tíbet y de China, la Conferencia de Simla, donde británicos, chinos y tibetanos definen las relaciones mutuas y las fronteras.

Esta conferencia asienta las bases de la cuestión

tibetana para los siguientes 40 años: el Tíbet sería una parte autónoma de China, pero los tibetanos serían los responsables de administrar

el

Tíbet,

según

sus

costumbres

y

leyes.

Este

compromiso no suponía la independencia, pero permitía al Tíbet mantener una administración y un gobierno autónomos. Como no hubo acuerdo en las fronteras que marcaba el redactado, China repudió todo el tratado (desacuerdo entre China y el Tíbet por el Tíbet histórico), y no lo firmó. Gran Bretaña y el Tíbet firmaron el acuerdo conjuntamente. En los 38 años que siguen el Tíbet fue, en la práctica, un estado independiente. La autoridad del gobierno tibetano era absoluta y China estaba inmersa en una cruel guerra civil. A pesar de no poder influir en el Tíbet por los propios problemas internos del momento, en la Constitución promulgada en 1931, Xiang Kai-shek volvía a especificar que el Tíbet era parte de China. De hecho, los representantes tibetanos participaron en la constitución de la Asamblea Nacional China en 1946, y de su parlamento en 1948. No hemos de olvidar que en el Tíbet había diferentes facciones políticas, y por tanto, no había una sola posición. Algunos estaban a favor de llegar a acuerdos con China, otros por la independencia, y otros eran cercanos a Rusia (como los monjes que tutorizaban desde la religión a los mongoles). Por ejemplo, el miedo a la modernidad por parte de los Dalai los llevaba a pensar que lo

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moderno era como lo occidental y que, por tanto, se reduciría la importancia del budismo en el país. Durante este periodo las potencias extranjeras nunca reconocieron formalmente

el

Tíbet.

Muchos

países

negociaron

y

tuvieron

relaciones como si de un estado independiente se tratase, pero no lo reconocían. Por ejemplo, en 1943 Estados Unidos envía una misión a Lhasa, para pedir un paso para alimentos, pero a la vez piden permiso a Beijing. El gobierno estadounidense quería asegurar la entrada de la misión, y por tanto considera imprescindible ponerse

también

en

contacto

con

el

Dalai.

Las

potencias

occidentales ya no podían dejar de lado a los chinos, habían sido aliados de los británicos en la 2ª Guerra Mundial, y en consecuencia respetarían sus intereses. En 1948 una delegación tibetana viaja a India, Gran Bretaña, Francia y Italia con pasaportes tibetanos, el Tíbet continuaba su actividad como estado independiente abriendo una oficina de relaciones exteriores en Lhasa. China, a pesar de su situación interna, intenta invadir dos veces el Tíbet desde la convención de Simla. La primera invasión parcial es de 1918, y culmina con una tregua, la segunda en 1931-33 supone la cesión de los territorios de Amdo y parte de Kham, que a partir de ahora estarán integrados como provincias chinas.

Así, cuando

después de la revolución, el ejército de liberación popular entra en el Tíbet, solo buscaban algo que para ellos siempre había sido China, y el Tíbet no encontró apoyos externos. Lo mismo pasaba con Mongolia, y la posición de China era parecida, pero a diferencia del Tíbet, las tropas mongoles habían luchado al lado de los rusos y así, a partir de la Conferencia de Yalta, se acordó convencer al nuevo mandatario que saliera de la guerra civil en que estaba inmersa China, de darles la independencia.

38

3. La invasión de 1950. Las vulneraciones de los derechos humanos y la lucha diplomática internacional 3.1 La invasión y las primeras adaptaciones al sistema comunista y a la modernidad (1950 – 59) China salió vencedora de la 2ª Guerra Mundial, pero no tuvo tiempo de dedicarse al Tíbet, ya que hacía años que se encontraba inmersa en una guerra civil entre el gobierno de Xiang Kai-shek y el PCC de Mao Tse-tung. Cuatro años después del fin de la 2ª Guerra Mundial, esta guerra civil se acababa con la victoria de Mao, que proclama la República Popular de China el 1 de octubre de 1949. Hasta entonces el Tíbet había gozado de una independencia de facto, aunque China lo considerase parte de su territorio nacional y ninguna de las grandes potencias occidentales reconociesen su independencia. Pero con la victoria de Mao la situación cambia: la independencia de facto se acaba de golpe; los comunistas, a diferencia de Kai-shek, tenían al Ejército Popular de China para imponer su punto de vista. Durante aquellos años, a pesar de que tanto India, como Gran Bretaña y Estados Unidos mantenían relaciones comerciales directas con el Tíbet, continuaban aceptando la soberanía de China. Este doble rasero de las potencias occidentales, tiene consecuencias políticas para el Tíbet y dificulta la clarificación de su estatus actual, además, es militarmente muy débil. Para hacerlo todavía más difícil, el país estaba dividido internamente, en aquel periodo, por el poder de la regencia, hasta que Tenzin Gyatso, el actual Dalai pudiese asumir el poder. Después de la victoria de Mao, las tropas de Kai-shek se habían quedado cerca de Lhasa, y Mao ya había prometido en su primer

39

discurso que liberaría el Tíbet. Por eso China buscó un acuerdo entre el Dalai y el gobierno comunista. Ante la negativa tibetana, China, en 1950, invadió las provincias orientales del Tíbet (todavía hoy no se reconocen estas provincias como parte del Tíbet) para forzar al gobierno a negociar. Cuando el Ejército de Liberación Popular de China inicia su incursión en el Tíbet en 1950, Mao Tse-tung, muy consciente de la falta de apoyos del PCC en Lhasa, ordena avanzar con precaución. El 17 de noviembre de 1950 el joven Tenzin Gyatso, el XIV y actual Dalai Lama, asume el poder a la edad de 16 años en plena invasión china. Mientras tanto, las tropas del Ejército Popular llegan a Lhasa con 80.000 hombres (hay historiografías que hablan de la mitad de tropas). La victoria del ejército chino es fulminante, de modo que el gobierno tibetano se ve forzado a negociar, e inicia la internacionalización del conflicto pidiendo ayuda a Naciones Unidas. Ante las dudas que genera el confuso estatus internacional del Tíbet, los delegados británicos de Naciones Unidas consiguen posponer esta discusión, y los delegados indios les dan su apoyo. El Tíbet no recibe apoyos exteriores, una vez más. En 1951 chinos y tibetanos firman finalmente el “Acuerdo de los Diecisiete Puntos Para la Liberación Pacífica del Tíbet”. En el artículo tercero el Tíbet aceptaba volver a “la gran familia de la tierra madre a cambio de una serie de garantías”. El tratado, a cambio, les garantizaba que el sistema político del Tíbet no sería alterado por las autoridades centrales ni tampoco el estatus del Dalai Lama. Los chinos, aceptan el mantenimiento de las estructuras autóctonas tibetanas porque eran muy conscientes de los problemas que podían surgir en el Tíbet donde, como hemos dicho, casi no había adhesiones al PC y la estructura social y económica era muy diferente a la china. Pero este acuerdo también significaba el primer reconocimiento en la historia de la soberanía china sobre el Tíbet.

40

Primeras consecuencias del Acuerdo de los Diecisiete Puntos La realidad es que, a pesar de la prudencia impuesta por Mao, en 1954, a diferencia del resto del Tíbet donde hasta 1959 no se confisca ninguna propiedad monástica, ya se habían creado comités de liberación en la región anexionada a otras provincias chinas, pero étnicamente tibetana de Amdo y en Xigatse (segunda ciudad del Tíbet). Esta segunda ciudad estaba dirigida nominalmente por el Panchen Lama, que entonces tenía 16 años y era considerado políticamente moderno y próximo a las reformas que promovían los chinos. Los chinos aprovecharán la figura del Panchen Lama para contrarrestar el poder de los Dalai hasta la muerte del Panchen. Pero ya en 1956, y ante las dificultades surgidas a la hora de llevar a cabo el acuerdo de los 17 puntos, se inicia la creación del Comité Preparatorio

para

la

Región

Autónoma

del

Tíbet.

Como

los

delegados de Amdo y Kham estaban en manos de los chinos, étnicamente este comité fue mayoritariamente chino. En Amdo y Kham los chinos, ya desde el primer momento, cometen muchos abusos: confiscan transportes, hacen reclutamientos de mano de obra forzada, confiscan las riquezas de los monasterios y, además, comienzan una campaña propagandística contra los monjes y los aristócratas, a quienes acusan de mantener un sistema feudal. Todo ello lleva, en 1956, al levantamiento de Litang, con el apoyo de los monjes de los monasterios expropiados. Era la primera de una serie de revueltas contra los chinos en las zonas de frontera invadidas, que se contrarrestaron con bombardeos aéreos. La población de estas regiones comienza a desplazarse y a escapar hacia Lhasa. Pero en el Tíbet había mas problemas, la subida del precio del grano, la creación de comunas populares y otras injusticias, que ya suponen la gota que colma el vaso. Ante el miedo

41

cada

vez

mayor

del

gobierno del Dalai de que los chinos

pretendiesen asesinarlo, como había pasado con monjes de regiones periféricas, y con el apoyo de la CIA (que duró hasta 1971 entrenando grupos de insumisión al sur del país), el Dalai no aceptó una invitación al palacio chino de Lhasa, y junto con 80.000 tibetanos y la ayuda de la CIA, se exilia en India. En marzo de 1959 estalla la revuelta en Lhasa. Será ahora en este periodo que finalmente el Tíbet deja de ser una estructura social eminentemente feudal y de vasallaje, ya que China la abolirá e instituirá la propiedad comunal, al mismo tiempo que disuelve el gobierno tibetano e instaura el Comité Preparatorio para la Región Autónoma Tibetana, con el Panchen Lama de presidente. El Dalai Lama comienza a buscar apoyo internacional para la independencia del Tíbet, mientras los chinos llevan a cabo una firme campaña de propaganda internacional para demostrar que bajo el gobierno de los monjes el Tíbet era una sociedad feudal e injusta donde no se respetaban los derechos humanos. Ciertamente se ha documentado, desde la historiografía china, algún abuso de los derechos fundamentales al campesinado tibetano, quizá algún caso próximo a la esclavitud, en el interior del Tíbet anterior al siglo XX. La historiografía occidental acepta el hecho de que la estructura social del Tíbet era eminentemente feudal, hasta al siglo XX, consecuencia del aislamiento, pero da dos argumentos; el primero es que el Dalai Lama había ido desarrollando edictos, según los cuales su función era la de proteger los derechos del campesinado, y por otra, se afirma que China, que no es parte de los pactos internacionales de derechos humanos de 196615, no puede sustentar

15

China no ratifica el Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales hasta 1997, y el Pacto de Derechos Civiles y Políticos todavía no lo ha ratificado.

42

que en el Tíbet se cometiesen en aquella época abusos de los derechos fundamentales. 3.2 Las primeras violaciones de los derechos humanos y el inicio del exilio en Dharamsala La matanza de 1959 Antes de exiliarse, en 1959, el Dalai Lama proclamó el gobierno tibetano en el territorio que legítimamente consideraba que le correspondía, y rechazó el Acuerdo de los Diecisiete Puntos. Este es el gobierno que hoy desarrolla tareas limitadas en el exilio de Dharamsala. Según los chinos, las víctimas de la matanza fueron 600 personas, pero los tibetanos elevan la cifra hasta muchos más. A finales de marzo se proclama a toda la población tibetana que el territorio pasaba a formar parte de China, porque no se había opuesto resistencia. La excusa dada por China ha sido históricamente factor de controversia entre las mismas facciones tibetanas. El hecho de que el budismo contiene el principio de la no violencia ha levantado tensiones hasta hoy entre lamas y la organización del Congreso de las Juventudes Tibetanas que en los años 80s protagonizó algún incipiente acto terrorista. Afirman en la actualidad los tibetanos en favor del Congreso de las Juventudes, que si el mundo no ayuda al Tíbet, que defiende la no-violencia, se demuestra que solo les queda el otro camino. En 1959 el debate tibetano ya se planteaba en estos términos. La China actual interpreta este episodio afirmando que el Dalai Lama habría sido llevado al exilio por la CIA de manera forzada,

43

iniciándose así los apoyos de Estados Unidos a los tibetanos. Apoyos que serán importantes solo mientras las necesidades de la Guerra Fría lleven a Estados Unidos a enfrentarse con China, después pasarán solo a denuncias de violaciones de derechos humanos. Pero lo que está claro es que con esta matanza se rompen todas las relaciones entre China y el gobierno en el exilio, y el Tíbet deja de existir como estado.

3.3. Las violaciones de derechos humanos y el genocidio en el Tíbet La política interna: las agresiones a los derechos humanos y a la cultura tibetana (1959 – 1966) Es en este periodo cuando se llevan a cabo las reformas mas duras ligadas a la integración de la región en la economía comunista. En tres sentidos: se establecieron divisiones políticas y regionales absolutamente artificiales, se pusieron en práctica medidas socioeconómicas

que

chocaban

directamente

con

la

cultura

y

la

estructura social tibetana, y se crearon instituciones del gobierno chino centralizadas en Lhasa. Este proceso se inició ya en 1950, pero es ahora que se aplica con toda su firmeza. A pesar de que siempre se ha considerado que el periodo más duro de la China comunista se inicia en 1966 con la Revolución Cultural, en el Tíbet, las violaciones de derechos humanos, tanto a la cultura, a la estructura social, como a la identidad tibetana, se inician alrededor de 1959. En lo referente a los aspectos políticos, el Tíbet comienza a regirse por la voluntad china. Los chinos habían hecho uso de las

44

diferencias políticas entre el Panchen y el Dalai Lama, y en 1959 el gobierno central nombra al Panchen Lama como el nuevo jefe del Gobierno

del

posicionamiento

Tíbet.

El

existente

Panchen entre

los

Lama

representaba

tibetanos,

y

era

de

un las

ideologías más modernas del Tíbet. Este lama da apoyo al inicio a la modernización, como una postura política. Bien pronto se dio cuenta de que la modernización para los chinos se pensaba en base a la destrucción de la cultura y la tradición tibetana. Ante este cambio de actitud Mao hizo encarcelar al Panchen Lama, que estuvo en prisión de 1964 a 1977. En 1965 se crea definitivamente la Región Autónoma del Tíbet, y se dispone una asamblea popular donde la mayoría de sus miembros son descendientes de tibetanos. La política de integración gradual y transformación al comunismo había fallado. Los principales cambios que provocan el paso súbito al comunismo, después de la revuelta del 59, van desde el control religioso, las “comunalizaciones”, el control de la natalidad o la discriminación académica (que permitía, en el nivel de secundaria estudiar sólo en escuelas chinas, y por tanto, era una clara discriminación para los jóvenes tibetanos). Factores que llevaron a muchas personas que hasta entonces habían soportado la nueva situación, a huir del Tíbet hacia el exilio de Dharamsala o Nepal, entre otros. Después de la revuelta, se inicia la represión en todo el territorio tibetano. Gran parte de los hombres capaces de trabajar fueron arrestados y posteriormente llevados como prisioneros a trabajar en líneas eléctricas y otras infraestructuras modernizadoras. Se obligó a los tibetanos a declarar en contra de sus antiguos patrones, y a denunciar los problemas del régimen anterior. Los monasterios y aristócratas que habían dado apoyo a la revuelta de 1959 fueron

45

saqueados y sus bienes redistribuidos entre la población. Lo mismo pasó con los monjes, que fueron obligados a denunciar a lamas de rango superior. Además, los monjes fueron expulsados de los monasterios

y

obligados

a

trabajar

para

ganarse

la

vida,

abandonando la vida monástica. Es en este punto cuando se inicia de verdad un proceso de destrucción de la cultura y la estructura social tibetana. El Dalai Lama ha afirmado posteriormente que la modernidad, al igual que la democracia, podían llegar al Tíbet sin la necesidad de destruir la cultura16. En cambio, el partido comunista reestructuraron la vida rural y monástica del Tíbet, hecho que representó un ataque severo a la cultura tradicional y la religión tibetanas. El budismo tibetano como forma de vida fue casi destruido, y los tibetanos fueron forzados a abandonar costumbres y valores ancestrales, atacando el corazón de la identidad cultural tibetana. La constante propaganda y ridiculización de cualquier aspecto considerado tibetano, pretendía destruir plenamente la estructura social, y una de las formas mas conocidas de presión a la población tibetana de la época fue lo que se denomina Thumzing. Se les obligaba a blasfemar sobre el viejo orden y sobre su jefe, el Dalai Lama. A pesar de esta situación crítica, la práctica de la religión en el Tíbet parece que se mantuvo relativamente posible. Es también en este periodo cuando se descubren grandes reservas minerales, petróleo, oro y otros. Para explotar estos nuevos recursos se inicia ahora un proceso migratorio de técnicas y mano de obra china hasta al Tíbet. Las grandes reservas minerales, incluido el yacimiento de petróleo de Amdo, han hecho que las

16

Goldstein, M. Ibid. pg. 17 – 22. Capítulo 4.

46

grandes

infraestructuras

viarias

y

de

comunicaciones

sean

construidas allá donde son más relevantes para la explotación de recursos naturales. Por último, queda hablar del hecho de que en este periodo se instalen en el Tíbet mas del 25% de las cabezas nucleares intercontinentales de China, y el territorio tibetano es convertido en el mayor vertedero de residuos nucleares de la antigua República Popular. La cuestión tibetana en el mundo. Después de 1959, China y el Tíbet compiten internacionalmente para legitimar su propia interpretación de la historia. Mientras los chinos defienden el abuso extremo del viejo sistema feudal y de servidumbre, los tibetanos en el exilio, y el Gobierno tibetano en el exilio de Dharamsala en su nombre, argumentan la colonización cultural china y las violaciones de los derechos humanos, incluyendo el genocidio17. Esta confrontación continúa hasta nuestros días. China continua su lucha diplomática internacional a favor de la modernización del Tíbet. Argumenta que la distribución de tierras estaba bajo el gobierno de los feudos, mientras que los tibetanos leen el pasado de manera diferente, considerando que la mayor parte del país estaba en manos de los campesinos, hasta el punto de que la tierra de los campesinos era hereditaria y solo la perdían en caso de no cumplir su compromiso. Afirman los tibetanos,

17

Ver el texto en esta misma publicación Esteve Moltó, J.E. Los derechos humanos en el Tíbet y la exigencia de responsabilidades penales internacionales.

47

además, que el argumento de China no es sostenible porque nunca sintieron la llegada del ejército chino como una liberación. Es en este periodo que el gobierno en el exilio crea todo un corpus de aquello que ha de ser el Tíbet como país libre. En 1963 el constituido gobierno tibetano en el exilio de Dharamsala promulga la Constitución para el Futuro Tíbet Libre. En 1961 y en 1965 Naciones Unidas aprobaron dos resoluciones en favor de la autodeterminación del Tíbet, en aquel momento China no era parte de Naciones Unidas y estaba solo representada por Taiwán. En ellas se

hacía

referencia

a

la

violación

de

derechos

humanos

fundamentales y a la supresión de los rasgos distintivos de la cultura tibetana, además de denunciar la situación de los exiliados. Ya

con

anterioridad,

en 18

Internacional de Juristas

1959-60,

la

influyente

Comisión

había redactado un informe en el cual

concluía que, en relación al derecho internacional y haciendo un análisis del pasado histórico, el Tíbet era un estado históricamente independiente19. En este primer documento también criticaba a China por "matanzas gratuitas de tibetanos" y una “sistemática desobediencia de las obligaciones firmadas en el “Acuerdo de los Diecisiete Puntos” de 1951. En 1960 redactó un segundo en que

18

International Jurist Comomission Tíbet – Tíbet and the Chinesse People’s Republic , 1960. 19 Esta comisión ha estado muy contestada porque inician el análisis para afirmar que el Tíbet era un estado independiente a principios del siglo XX y no antes. De hecho, esta es una discusión interesante en lo referente al conflicto tibetano porque, a pesar de que la lucha por la historia y la importancia que dan los chinos a que los tibetanos reconozcan que nunca han sido independientes, son aspectos claves de las negociaciones actuales, y afectan también a la aplicación del derecho a la Autodeterminación de los Pueblos.

48

afirmaba que "actos de genocidio habían sido cometidos en el Tíbet en un intento de destruir a los tibetanos como un grupo religioso”20. En este periodo, Estados Unidos también dio pasos para variar su posición respecto al Tíbet. Además de considerarlo un territorio autónomo en relación a China, también defendía el derecho de los tibetanos a ejercer la autodeterminación. Teniendo en cuenta todo esto, y a pesar del apoyo que la CIA dio a las guerrillas del sur hasta a mediados de los setenta, Estados Unidos nunca reconoció el Tíbet como un estado independiente. La esperanza del apoyo estadounidense se fue desvaneciendo, y a partir del 1966 Estados Unidos dejan incluso de hablar del derecho a la autodeterminación. La situación todavía empeora más a partir del 1970, cuando los cambios en las relaciones de geoestrategia a nivel mundial dejan al Tíbet en una posición muy débil. De

1966

a

1979.

De

la

Revolución

Cultural

a

cierta

permisividad transitoria Lo cierto es que la Revolución Cultural (1966-1969) acaba alienando muchos de aquellos que hasta el momento habían podido sobrevivir con los cambios en el Tíbet. La llegada de la Guardia Roja, compuesta mayoritariamente por jóvenes tibetanos formados en las nuevas escuelas de secundaria china, acabaron de aplicar las reformas de la revolución cultural, e hicieron mucho daño.

20 Comisión Internacional de Juristas, Tíbet - Question of Tíbet and the Rule of Law, 1959, y op. cit. 1960.

49

Las agresiones a los derechos humanos de los tibetanos de 1966 a 1979 Es en este periodo que el Tíbet es más agredido cultural y económicamente. Es el periodo de la destrucción de los “Cuatro antiguos”: el antiguo pensamiento, la cultura ancestral, y los hábitos y las costumbres antiguas. La Guardia Roja comienza confiscando cualquier objeto religioso y acabó destruyendo la mayor parte de los monumentos religiosos del país. La destrucción religiosa llevó a la obligación de desmantelar, por parte de los propios ciudadanos, las construcciones religiosas de sus pueblos. Solo los monasterios

más

importantes,

como

el

Potala,

Drepung

i

Tashilumpo, quedaron en pie. Por ejemplo, la iglesia de Jokhang, que custodiaba aquella primera figura de un buda llegada al Tíbet en el siglo IX de manos de la princesa, o el monasterio más grande del Tíbet, Gaden, fueron destruidos. Cualquier fiesta tibetana fue prohibida como un residuo del antiguo orden. El hecho es que el desmantelamiento de estos monasterios fue pensado y planeado, los expertos en piedra recuperaron las piedras preciosas, y los de metal cogieron el metal después; los monasterios eran dinamitados, y la población podía aprovechar las piedras. En lo referente a la agricultura, la Revolución Cultural supuso la división del territorio tibetano en comunas. Los tibetanos, que primero habían gozado de la distribución de la tierra de los monasterios expropiados, ahora la volvían a perder. Con respecto a las tierras comunales, mientras en China no había bastante tierra, en el Tíbet la población era escasa, y la dispersión territorial y el nomadismo habían permitido mantener el hábitat en las mejores condiciones para las formas de vida autóctonas. El nomadismo quedaba abolido si las tierras eran comunales. Además, con la

50

llegada de gran cantidad de población china se obliga a los tibetanos a cultivar trigo para los chinos, mientras que dejan de cultivar cebada, que es el grano típico del Tíbet, para ellos, durante todo el año. El trigo era obligatoriamente vendido a los chinos, a precios muy abusivos para los tibetanos. Por tanto, a pesar de que la propiedad comunal ha sido valorada por algunos autores como uno de los méritos de la Rusia Comunista, la realidad era que para el Tíbet era una situación alienante que negaba cualquier posibilidad de mantener las formas de vida autóctonas. El resultado final de estos veinte años de reformas económicas, políticas y culturales ha sido diverso. Los monasterios, algunos de los cuales habían llegado a tener alrededor de 10.000 habitantes a comienzos del siglo XX, son ahora el hogar de como mucho 600 o 700 monjes, y se han puesto cifras límite a su población. Pero el más grave ha sido el daño medioambiental, irreparable para la orografía y climatología tibetanas: el 70% del territorio tibetano estaba formado hasta los sesenta por zonas de hierba, para la ganadería y el nomadismo. En los últimos cuarenta años el nivel de degradación es flagrante. En 1949 la masa forestal tibetana ocupaba más de 230.000 kilómetros cuadrados, de los cuales en 1985 solo quedaban 135.000. La demanda de madera por parte de los chinos ha hecho que la devastación que se inicia en esta época llegue hasta hoy. Con todo, esta fórmula para el desarrollo económico del Tíbet ha estado considerada por los chinos como una fórmula idónea, el expolio de materias primas del suelo y del subsuelo. Actualmente se argumenta que los daños causados a la biosfera tibetana, por su situación y por la región y clima, afectaran a largo término a los climas de las regiones limítrofes. Además, difícilmente es recuperable por las condiciones climatológicas tan especiales que tiene el territorio.

51

La política interna en plena aplicación de la Revolución Cultural Además del cada vez más fluido tránsito de emigración hacia India y Nepal, la drástica transformación de la sociedad tibetana también provoca resistencias. En 1967 se produce la primera revuelta, en ataques a contingentes de soldados chinos, cerca de Lhasa; dieciséis

de

los

instigadores

fueron

públicamente

ejecutados.

Acciones parecidas se repiten, como la de 1971 en la que nueve jóvenes fueron ejecutados, con la acusación de formar parte de un grupo de resistencia armada. De hecho, las guerrillas tibetanas con sede en Nepal serán ahora combatidas a merced de un acuerdo entre China y Nepal. Se ha afirmado que estas guerrillas estaban financiadas y preparadas por la CIA21. Esta situación de apoyo se mantiene hasta a mediados de los años 70s y es entonces el Congreso de las Juventudes tibetanas quien toma las demandas de independencia en base a la lucha violenta. A partir de los años setenta, en los que se inician los primeros esfuerzos para reparar algunos de los males más graves, como la reconstrucción de Jokhang. Cuando se inicia la apertura se hacen algunas señales de cambio, por ejemplo, en 1974, se permitió a un grupo de 40 tibetanos visitar la región India donde el Dalai Lama ofrecía una ceremonia. Pequeñas señales de apertura internacional

21

Durante la década de los 60, la CIA proveyó al movimiento de los tibetanos en el exilio con $1.7 millones al año para operaciones contra China, y un subsidio anual de $180,000 para al Dalai Lama de acuerdo con los documentos que acaban de ser desclasificados en Estados Unidos. El dinero para el Tíbet y el Dalai Lama son parte del presupuesto de la CIA para su campaña mundial que durante la Guerra Fría le lleva a financiar todos aquellos movimientos que pudiesen hacer difícil las cosas a cualquier gobierno comunista del mundo, en este caso a China, y no en favor del pueblo tibetano. Resumen de Los Angeles Times. 15 sept. 1998.

52

por parte de China, que permitieron a la primera delegación extranjera visitar el Tíbet, necesarias para el mantenimiento del estatus quo. Aquello que más demuestra la dejadez y los intereses económicos y políticos en el Tíbet por parte de los chinos, es que después de más de 20 años en el Tíbet, la mayoría de los funcionarios aún ni siquiera conocen la lengua autóctona. 3.4. La era post-Mao. Los acercamientos diplomáticos y la mayor distensión en el interior del Tíbet La muerte de Mao Tse-tung en 1976, y la subida al poder de Deng Xiaoping en 1978, provocan muchos cambios en China.

Se

normalizan las relaciones con Estados Unidos; se inicia un proceso de internacionalización; se liberaliza la Constitución; se introduce el capitalismo

de

estado;

se

ingresa

en

el

Fondo

Monetario

Internacional (1980); se establecen relaciones con Japón; hay un acuerdo con el Reino Unido sobre la soberanía de Hong Kong (1984); se firma un acuerdo de cooperación comercial con Estados Unidos

(1985). Además, la posición china en el Consejo de

Seguridad de Naciones Unidas, con derecho a veto, asegura la no intromisión de terceros estados en sus asuntos internos. Es ahora el momento de volver a la falta de consenso internacional en lo que atañe al derecho a la autodeterminación de los pueblos, y la injerencia internacional en los asuntos internos de los estados. Actualmente las potencias internacionales, sobre el Tíbet, se limitan a poco más que a denunciar las agresiones a los derechos humanos. También es en este periodo cuando el gobierno democrático tibetano exiliado en Dharamsala inicia los primeros movimientos

53

diplomáticos desde el exilio. Así, en 1978 se consigue gestar el primer encuentro en Hong Kong entre el hermano grande del Dalai y el gobierno chino, que posteriormente se repetirá en Beijing. En este encuentro se marcan las reglas del juego diplomático hasta la actualidad. El gobierno chino aceptaría cualquier negociación si el Dalai

Lama

no

utilizaba

el

recurso

al

Derecho

a

la

Autodeterminación. En estas negociaciones también se permite, por primera vez desde el exilio, que el Dalai Lama envíe delegaciones de reconocimiento al interior del Tíbet. Los chinos consideraban que quedarían impresionados por los cambios y la mejora de la calidad de vida. En cambio, el grupo que en 1979-80 entró en el Tíbet quedó sorprendido por el empobrecimiento de la vida de los tibetanos y el fuerte sentimiento nacionalista, la destrucción de la mayoría de monasterios e iglesias existentes fuera de las ciudades, y el pequeño número de monjes. Las quejas al respecto se hicieron llegar a Beijing. Posteriormente, el Dalai Lama y el gobierno chino llevaron a cabo conversaciones secretas en Beijing, primero en 1982 y después en 1984. La propuesta del gobierno de los Dalai en el exilio ya no era reclamar la independencia, sino solo que el Tíbet pudiese ser gobernado internamente de manera diferente que el resto de China, bajo un sistema político de democracia al estilo occidental como el que ya se estaba implementando en Dharamsala. Este gobierno había

hecho

públicos

documentos,

como

una

Constitución

democrática para el Tíbet. Los chinos dejaron claro que nunca permitirían ninguna otra entidad que no fuese el PC Chino gobernando ninguna parte del país. La otra demanda inaceptable para

el

gobierno

étnicamente

chino

tibetanas

era

la

perdidas

de en

recuperar los

siglos

las

provincias

XVIII

y

XIX

(principalmente Amdo y Khan). Esta demanda concreta del gobierno

54

tibetano en el exilio, surgida entre otros de la necesidad de defender las regiones de donde son originarios muchos de los refugiados (el mismo Dalai Lama), ha sido uno de los factores que siempre han estado en discusión y respecto al cual China no ha variado su postura. Los derechos humanos en el interior del Tíbet actual Deng Xiaoping promueve nuevas iniciativas destinadas a mejorar la situación en el Tíbet. Es sorprendente ver que después de las conversaciones con los delegados del gobierno del Dalai se consideró que parte de la culpa de la situación tibetana era de los líderes del PC en el Tíbet, por demasiado “izquierdosos” y preocupados

por

imponer

la

revolución

sin

mostrar

ninguna

sensibilidad por las costumbres y sentimientos tibetanos. Así, en 1980 se cesa al secretario general del PC del Tíbet. El nuevo secretario general (que es el principal mandatario), a diferencia del jefe del gobierno, continua siendo de la etnia china Han. Se produjo una apertura superficial en materia de libertad religiosa, de manera que ahora es posible practicar libremente un culto budista que ha acabado convirtiéndose en una atracción turística. De todos modos la autoridad religiosa sigue controlada por el gobierno. Se reabren los monasterios más importantes y se reconstruyen capillas, como la central de Lhasa, Jokhang, pero eso no quiere decir que la población pudiese reconstruir los monasterios y templos destruidos durante la Revolución Cultural. La actitud oficial se mantuvo más laxa en las grandes ciudades que en las provincias donde, a pesar de la libertad de culto, las personas que lo llevaban a cabo públicamente eran vejadas. Hoy en día, hacerse monje tibetano se ha convertido en un acto más de resistencia no

55

violenta. Algunos ejemplos: Drepung, el monasterio más grande de Lhasa, tenia 10.000 monjes antes de que llegasen los chinos, y el de Tashilumpo tenia 3700, los dos han pasado a alrededor del medio millar, el límite que ha puesto Pekín. Continua Alay que ‘si no se pusiese este límite, hoy en día quizá no habría tantos como antes, y serian 10.000 resistentes ante el gobierno chino. Porque hoy en día, la posición de colocarse estos hábitos es tanto una señal de afirmación religiosa como de la propia identidad tibetana’. Los monjes jóvenes no han podido volver a la vida monástica, pero han de continuar trabajando en tierras y en pastoreo. En lo referente al sistema educativo, los estándares educativos de los años ochenta en el Tíbet eran muy inferiores que en el resto de China. Los maestros de las escuelas primarias eran personas poco doctas y pagadas por la propia comunidad, y no por el estado. El ofrecimiento por parte del Dalai de enviar 50 maestros preparados para enseñar en tibetano fue rehusada por Beijing, que lo consideraba una ofensa. Toda la educación secundaria en el Tíbet se impartía en chino. En lo referente a la revitalización de su lengua, ha aumentado, aunque mínimamente, el uso del tibetano escrito. Se inician ahora reformas para dar mayor peso al funcionariado tibetano por encima del chino, a pesar de que la mayoría de cuadros en posiciones de prestigio se mantengan en manos de han chinos. También se promueven en este periodo las clases de tibetano para funcionarios. Pero si vemos las cifras de violaciones de derechos humanos y la situación actual de la cultura y la religión en el Tíbet, y como han afirmado diversos autores, las reformas quedaron en papel mojado y un lavado de cara, poca cosa más.

56

En la vertiente económica se promueve la rápida mejora del nivel de vida de los tibetanos, eliminando impuestos y aumentando los precios que se les pagaban por las cosechas. La campaña internacional del Dalai Lama. De 1985 a 1993 Ante el colapso de las negociaciones, el Dalai Lama lanza una campaña internacional en 1987 para promover el apoyo al Tíbet de Estados Unidos y de Europa. Aquello más destacable de este cambio de estrategia es que ahora, por primera vez, el Dalai viaja por el mundo como un líder político y mandatario, y no solo como un líder religioso. Ante el Congreso de Estados Unidos (1987), y ante el Parlamento de Estrasburgo (1988) el Dalai Lama presenta la propuesta que el gobierno en el exilio de Dharamsala ha mantenido hasta la actualidad: el Tíbet sería transformado en una entidad democrática con derechos y deberes para sus ciudadanos, el gobierno político tendría la responsabilidad de legislar sobre los asuntos de los tibetanos, y las relaciones internacionales políticas (no deportivas o culturales) se mantendrían en manos del gobierno central de China. Pero ya en 1984 el gobierno chino había afirmado que nunca aceptaría unas condiciones como estas. La campaña internacional del Dalai dio otros frutos. El Congreso de Estados Unidos promovió una ley por la cual este país trataría de manera prioritaria el problema de la población tibetana en sus relaciones con China. En 1989, el Dalai Lama recibe el Premio Nobel de la Paz, recompensa que los tibetanos consideraron en su momento como una victoria superior, al contrario de lo que se podía suponer, y que junto con la matanza de Tianan’men debilitó la posición de China internacionalmente, y representó una escalada de represión en el interior del Tíbet. Este reconocimiento mundial a

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largo plazo, lo dejaba en una posición de reconocimiento como una figura superior (por los posicionamientos y valores que han guiado la vida y las acciones políticas de la filosofía lamaísta), pero no supondrá un apoyo mayor a la causa política tibetana. Más allá de la presión internacional que supuso para China en aquel momento concreto. El 1989 el gobierno de Beijing invita al Dalai a un acto religioso en China. En aquel momento, con la fortaleza y la confianza que le daba el premio Nobel, rechaza la oferta. De todas formas, el gobierno chino había impuesto condiciones, y no aceptó algunos de los delegados escogidos por el Dalai, por considerarlos ex-miembros de los incipientes grupos terroristas que se formaron en el Tíbet en la época de los 60s, los cuales nunca tuvieron el apoyo del Dalai. Además, los chinos tampoco aceptaban que el punto de partida de las negociaciones pudiese ser aquello presentado en Estrasburgo. Los analistas consideran que se perdió una gran oportunidad de iniciar un dialogo abierto. Aquella había sido una oportunidad de oro, porque ahora, tanto internacional como nacionalmente, la pelota se encontraba en el tejado tibetano. Vuelve a haber manifestaciones en Lhasa, y en 1989 se declara una ley marcial que no fue abolida hasta el 1990. 3.5. El retorno a la línea dura Aparte de las acciones internacionales, en Lhasa, en los años 1987 y 1993, se producen grandes manifestaciones y algunos atentados terroristas (condenados en todo momento por el Dalai). Los encabezaban monjes, y van a ser duramente reprimidos por la policía china. Los tibetanos demandaban el retorno al Tíbet del Dalai Lama. Estos incidentes van a provocar una fuerte represión en

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forma de detenciones, interrogatorios y juicios sumarísimos y masivas penas de prisión. Después de estas acciones, China vuelve a la línea dura, con un mayor control de las actividades religiosas y una fuerte presión migratoria de la etnia Han. Como hemos afirmado, es un periodo de convulsión en toda China, como muestra la masacre de Tian’anmen, hecho que solo ayuda a aumentar el nivel de represión. A partir de aquí prevalecerá la posición de aquellos que consideran que en el Tíbet cualquier apertura religiosa o monástica solo supondría un resurgimiento de los sentimientos nacionales. Pero mientras se vuelve a limitar la liberalización religiosa y cultural, la integración de la economía tibetana en China se hace mucho mas patente con la llegada de un gran número de contingentes de trabajadores no étnicamente tibetanos, la mayoría han chinos. El problema que afronta actualmente el gobierno en el exilio es que más de la mitad de la población que vive actualmente en Lhasa ya no son de origen tibetano. Los tibetanos ya no son mayoría ni en su tierra ni en el exilio, a diferencia de 1949, y la nueva política de línea dura interna, respecto a la cual los exiliados no pueden hacer nada, ha dejado todas las victorias internacionales del Dalai Lama en papel mojado. De hecho, la política actual de Beijing consiste en esperar

que

las

nuevas

generaciones

tibetanas,

con

menos

influencia de la religión, consideren que ser parte de China es mejor para sus intereses. Pero aunque no fuese así, la política migratoria impulsada desde Beijing ya garantiza cambios sustanciales dentro de la sociedad tibetana. El 1989, con la muerte en circunstancias extrañas del Panchen Lama, que acababa de hacer unas declaraciones en contra del control chino, el Dalai Lama solicitó enviar una delegación para

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encontrar su reencarnación. Esta le fue denegada, y fueron monjes de Tashilumpo los que tuvieron que llevar acabo todo el proceso de búsqueda de la reencarnación. El 14 de mayo de 1995, después de seis años de búsqueda, el Dalai Lama anuncia el descubrimiento del nuevo Panchen Lama. El escogido había superado todas las pruebas, y una vez anunciado el hallazgo, el monasterio del Panchen (Tashilumpo) fue invadido por la policía. Muchos monjes fueron apresados, y un año más tarde, el gobierno chino hizo una nota reconociendo que el Panchen Lama se encontraba bajo custodia oficial a petición de sus padres, por miedo al riesgo de que fuese secuestrado por separatistas. Este hecho, por sí mismo, ya demuestra la vuelta a la línea dura en materia religiosa del gobierno de Beijing. Pero por si no fuese suficiente, tiempo después, el gobierno chino encuentra su propio Panchen Lama, y hasta se escenifica un encuentro público con Deng Xiaoping. El control extremo que lleva a cabo el gobierno chino en las jerarquías del budismo lamaísta, han hecho afirmar en alguna ocasión al actual Dalai, que quizá él sería el último. Ante un ataque de esta magnitud al corazón de la religión tibetana, el Dalai Lama no vuelve a aceptar las peticiones chinas de diálogo hasta 1998, cuando Bill Clinton visita China. En 1999 el Dalai Lama vuelve a manifestar que la solución al conflicto que él pretende no es de perfil independentista, sino que solo demanda una autonomía genuina que preserve la integridad cultural y religiosa del Tíbet. Las críticas a la postura conformista de Tenzin Gyatso, están cada vez más extendidas, especialmente en el exilio tibetano. El papel del Congreso de las Juventudes tibetanas, confrontado con la política dialogante del Dalai y favorable a un cierto uso de la violencia, también avanzan en la opinión pública. A pesar de eso, en 2001 la comunidad tibetana en el exilio va a

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celebrar sus primeras elecciones democráticas para escoger un primer ministro. La elección la ganó el monje y catedrático de 62 años,

Lobsang

Tenzin,

conocido

como

el

quinto

Samdhong

Rinpoche. Esta ha sido la primera elección democrática de la historia del Tíbet.

4. Las opciones de Tenzin Gyatso por el futuro del Tíbet. Adeptos y oposiciones Ante la realidad de que la cultura y la religión tibetanas están cada vez más en peligro, y ante el hecho de que el Dalai Lama comienza a pensar que será el último Dalai a medida de que se hace mayor y no consiguen solucionar la situación del país, ha promovido internacionalmente la presión de las potencias occidentales para reiniciar conversaciones, con Jiang Zemin y actualmente con Hu Jintao. Pero mientras el Dalai Lama continúa considerando que las propuestas de Estrasburgo son una buena base para iniciar la negociación, China no se muestra en absoluto receptiva. Por otra parte, los analistas chinos consideran que esta política de línea dura con el Tíbet no ayuda a la estabilidad que se busca. La alienación cada vez mayor de la sociedad tibetana, que intensifican el sentimiento de desesperanza por un cambio en la situación política del país, hacen pensar que los tibetanos ven claro que bajo China no hay posibilidad para un cambio en sus aspiraciones nacionales. Como afirma Melvyn Goldstein ahora la pregunta es: ¿hasta donde está dispuesto a ceder el Dalai Lama respecto a la independencia para mantener la cultura? El conflicto necesita ahora pasos adelante, si lo que se quiere es parar los actuales cambios económicos y étnicos que China promueve en la región.

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Las posibilidades del Dalai Lama son, por una parte, continuar la campaña de presión internacional, mantener a China a la defensiva y generar simpatías en Occidente. Pero hacen falta movimientos rápidos o será demasiado tarde para el interior del Tíbet. En este sentido, el Dalai puede comprometerse con China a aceptar menos autonomía a cambio de poder hacer algo en el interior del Tíbet para revertir la situación de pérdida cultural, religiosa y étnica. Pero la comunidad exiliada ya está muy dividida entre los que quieren la cesión a cambio de poder hacer algo ahora, y los que no quieren ceder defendiendo o no la vía de la violencia, que los lamas siempre han condenado, pretendiendo, como mínimo poder trabajar también en las regiones étnicamente tibetanas más agredidas cultural y étnicamente del Tíbet histórico. Eso puede llevar a una rotura de la comunidad en el exilio. Pero también existe la opción de promover acciones armadas en el interior del Tíbet para presionar a China. Se ha interpretado la campaña violenta como una forma de parar tanto la entrada de emigración como el intercambio económico que tanto interesa a China. La violencia, además, pondría al conflicto otra vez en primera línea internacional, y provocaría que Beijing tuviese que mover pieza, probablemente en una línea más conciliadora, porque externamente los ojos del mundo le seguirían los pasos. En cualquier caso, cualquier opción es difícil para el Dalai, en primer lugar por su compromiso con el precepto budista de la no violencia, pero también porque a pesar de oponerse, esta opción cada vez tiene mas defensores en el exilio. De hecho, hay que tener en cuenta que las demandas nacionalistas, ligadas a situaciones de precariedad económica, social y cultural han sido históricamente señaladas

como

‘caldo

de

independentistas violentos.

62

cultivo’

de

los

movimientos

5. Consideraciones Finales: Negociación sino-tibetana, derechos humanos y política interna Las negociaciones en la actualidad A pesar de que el papel del Dalai Lama ha sido clave en toda la historia del Tíbet, la última mitad del siglo va especialmente ligada al XIV Dalai. El gobierno en el exilio ha llevado a cabo un gran esfuerzo por mantener la tradición cultural y religiosa. Pruebas evidentes de esta voluntad son el establecimiento del Consejo por los Aspectos Culturales y Religiosos, directamente dependiente del Gobierno, y la construcción de más de 200 monasterios en India, Nepal, y Bhután desde 1959. A pesar de que en noviembre de 1998 se cortaron definitivamente las conversaciones entre el gobierno tibetano en el exilio y el de la República Popular de China, en Beijing, en junio de 2001 el Dalai Lama se reunía en la Casa Blanca con el presidente de Estados Unidos, George Bush, y en 2002 se iniciaban nuevas conversaciones entre el gobierno tibetano en el exilio y el gobierno chino. En 2003 estas conversaciones continúan y hasta el gobierno chino acepta que la delegación tibetana visite la provincia este de Kham. Este hecho hace pensar a los negociadores tibetanos que una visita de las zonas externas de la TAR, es decir del Tíbet histórico, también podrían entrar en el proceso negociador22. A mediados de 2006 el Dalai Lama, en una visita al Parlamento Europeo, presentaba la situación general de las relaciones del gobierno en el exilio con China, y la situación en el interior del Tíbet 22

http://www.Tíbet.ca/en/media/mediakit_e.pdf de la Organización Canada Tíbet Comomittee. Canadá.

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de la siguiente manera: primero de todo recomendaba ‘paciencia y esfuerzo’ para negociar con China, y valoraba como esperanzadora la apertura gradual en el interior del país. El Dalai volvió a presentar su postura negociadora ante el gobierno chino con términos que han variado desde la visita de los ochenta al parlamento de Estrasburgo, reafirmando que ‘no pretende la separación’ de la República Popular de China, sino solo un estatus autónomo bajo la Constitución china, comparándolo con las relaciones entre Canadá y Québec o con Escocia y Inglaterra. El Dalai insistió en el hecho de que lo esencial para los tibetanos es ‘preservar una cultura muy antigua y base de la tradición budista’. En relación a las conversaciones bilaterales entre el Tíbet y China, el Dalai afirmó que ‘había habido ciertas mejoras en las discusiones’. En este punto, el enviado especial del Dalai Lama en el Parlamento Europeo, presentó los cuatro puntos esenciales de confrontación que había sobre la mesa de negociación: 1. el hecho de que China rechazó reconocer que hacían falta cambios en el Tíbet, 2. la insistencia china en llegar al consenso sobre ‘las relaciones históricas sino-Tibetanas’ (en las cuales China demanda al Tíbet afirmar que este nunca ha sido un estado independiente), 3. la creencia de los chinos de que una vez vuelva la comunidad exiliada se expulsará a los emigrantes de etnia no tibetana, y 4. el miedo de que cualquier paso hacia delante sea un primer paso hacia la independencia. La política interna y los derechos humanos. Últimas noticias y un futuro difícil En relación a la situación política y económica actual en el interior del Tíbet, el Dalai Lama dijo que las diferencias entre ricos y pobres

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cada vez son más grandes, y que en la región autónoma todavía hay áreas sin agua corriente, ni electricidad ni carreteras. Por lo que se refiere a la situación política afirma que en el interior del Tíbet no hay signos de mejora, al contrario, la represión se ha intensificado en los últimos años y se restringe cada vez más la libertad religiosa23. Actualmente solo ocho tibetanos, un 26% de sus 30 miembros, son miembros del Comité del Partido Comunista de Lhasa. Estas

afirmaciones

son

confirmadas

por

el

análisis

que

organizaciones como Amnistía Internacional o el Tíbet Center for Human Rights and Democracy han llevado a cabo. Hoy en día las violaciones de los derechos humanos que se han denunciado hasta ahora continúan en el Tíbet, y el genocidio cultural no para. Un ejemplo patente de esta realidad es la demanda por genocidio actualmente admitida a trámite ante los tribunales españoles24. En 1998 China firmó dos convenciones de la Carta Internacional de Derechos Humanos, pero no se han implementado ni en China mismo ni en el Tíbet. Los abusos a los derechos colectivos de los tibetanos continúan amenazando la supervivencia de la identidad tibetana. Hoy los tibetanos todavía están sujetos a arrestos arbitrarios y detenciones, en los encarcelamientos se les niegan a menudo sus derechos a representación legal y los procedimientos legales chinos no reúnen los estándares internacionalmente aceptados. La tortura continúa siendo una práctica común en las prisiones chinas a pesar 23

The Dalai Lama visits the European Parliament. Relaciones exteriores. 3105-2006. Ver la descripción de esta demanda, realizada por José Elias Esteve Moltó, que se incluye junto con este texto.

24

65

de contravenir la Convención de Naciones Unidas contra la Tortura. Más de un 70% de los tibetanos del territorio que comprende la Región Autónoma del Tíbet viven hoy en día bajo el lindar de la pobreza. Los tibetanos continúan experimentando severamente la falta de libertad religiosa que hay en toda China25. Muchos han sido detenidos y encarcelados por expresar o seguir los preceptos de su religión, incluidos los monjes y monjas. Actualmente todavía hay 116 prisioneros políticos en el Tíbet, y se continúan dando casos preeminentes, como ilustra bien el del monje Sonam Gyalpo, encarcelado a mediados del 2006 por ‘poner en peligro la seguridad del estado’ después que se encontrasen vídeos del Dalai Lama en su casa. La nueva regulación para la Región Autónoma del Tíbet – “Regulaciones específicas para los asuntos religiosos”, parece que no hará que la represión religiosa en el Tíbet se reduzca en 2007, todo lo contrario. Cualquier reforma realizada en los antiguos monasterios por parte de los chinos es vista por los tibetanos solo como una manera de atraer al turismo, que todavía diluye más la vida monástica tibetana. Por otro lado, en abril de 2007, Gedhun Choekyi Nyima, el undécimo Panchen Lama del Tíbet cumplió 18 años (si todavía estuviese vivo), pero junto con sus padres, continúa desaparecido. Por lo que se refiere a la libertad de expresión, en la actualidad la lucha por el control de la información ha llevado al gobierno chino al control de la red de Internet. Así los intelectuales tibetanos ven sus blogs cerrados. Por otro lado, Yahoo, Google y otros han aceptado

25

Amnesty Internacional Report 2007.

66

las presiones chinas de poner filtros para los usuarios en el interior de las fronteras de China26. Un excesivo uso de la fuerza contra los tibetanos que intentan salir del país ha continuado, y en esta ocasión con las escandalosas imágenes de un excursionista acampado en los campos base del Everest, y que dieron la vuelta al mundo, que filmó como los soldados chinos en las montañas disparaban indiscriminadamente, y uno por uno, contra una fila de tibetanos que se enfilaban caminando desarmados nieve arriba, hacia Nepal. Como mínimo, una niña, que vivía en un monasterio, una monja de siete años, resultó muerta, como denunció el Parlamento Europeo en octubre de 200627, y es sabido que muchos de los que cruzan las fronteras hacia el exilio son estudiantes que buscan mejorar su educación, en uno de los monasterios tibetanos en el exilio. El vídeo es conocido como la Tragedia del Paso de Nangpa. La Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas por los Derechos Humanos se ha mantenido

en

silencio

sobre

este

hecho.

Si

la

comunidad

internacional ya ha dejado, incluso, de denunciar las violaciones flagrantes de derechos humanos que se continúan produciendo en el Tíbet, el tablero de ajedrez internacional actual no da demasiadas esperanzas al movimiento político tibetano. Por lo que se refiere a la transferencia de población inmigrada, bajo la premisa del desarrollo económico, se está llevando a cabo un traspaso de población de China al Tíbet basado en la creación de líneas de ferrocarriles radiales que integran el Tíbet dentro de la economía china. Se ha dado un gran número de denuncias en

26

Tíbetan Center for Human Rights and Democracy. Anual Report. 2006. European Parliament ‘Human rights: Tíbet, Guatemala, Uzbekistan’. 26/10/2006. REF.: 20061021IPR11916.

27

67

relación

al

hecho

de

que

estos

emigrados

reciben

tratos

preferenciales en educación, en el mercado laboral, en las empresas privadas y del estado. En julio de 2006 se inició la construcción de la línea de ferrocarril más alta del mundo, la de Gormo-Lhasa. Lo que preocupa más a la comunidad internacional son los motivos políticos y étnicos de la construcción de esta línea, como una herramienta política destinada a eliminar la identidad tibetana. Muchos campesinos de la región se han visto forzados a exiliarse como consecuencia de que las tierras que trabajaban han sido confiscadas y se les ha recolocado en la construcción del ferrocarril. Por lo que se refiere al sistema educativo, todo el sistema se ha adaptado a las necesidades de los recién llegados chinos, y los tibetanos han de pagar impuestos más altos para conseguir los mismos objetivos que los han chinos. En las áreas rurales las condiciones de educación, en tibetano, son deplorables. Más de 10.000 niños tibetanos se han exiliado en India desde la ocupación, para tener mejores oportunidades, y monjes y monjas solo para poder continuar su educación. A finales de octubre de 2006, estudiantes tibetanos de la Universidad del Tíbet protestaron públicamente ante las oficinas del gobierno de Lhasa por la discriminación que recibían de las autoridades chinas a la hora de colocar licenciados tibetanos para las plazas públicas. Chinos de otras regiones, con empadronamientos ilegales en el Tíbet obtienen los lugares de trabajo28. Por lo que se refiere al medio ambiente el Tíbet ha visto reducida su masa forestal en un 46% gracias a las políticas económicas de desarrollo llevadas a cabo por China.

28

Ibid.

68

En 2006, según el Center for Human Rights and Democracy in Tíbet 2445 tibetanos llegaron a Dharamsala escapando del control chino. Este goteo de exiliados no ha parado desde 1959 y en total se cuenta que la comunidad en el exilio tibetano en Dharamsala es de más de 100.000 personas. Estas son las últimas informaciones que ha publicado Amnistía Internacional sobre el estado actual de las vulneraciones de los derechos humanos en el Tíbet. Este 2007, China ha sido escogida como miembro del nuevo Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Parece que los futuros Juegos Olímpicos no han hecho más que aumentar los cambios forzados en el Tíbet, en favor del turismo, la inmigración, y la asimilación cultural. Consideraciones finales 1.

A pesar de que los tibetanos han demostrado gran

capacidad de resistencia y han sido capaces de ir adaptando su cultura a las necesidades de la modernidad, la represión y el exilio, no serían la primera comunidad étnica que a pesar de la resistencia ha acabado totalmente asimilada. Los tibetanos no están libres de los problemas y retos de cualquier comunidad en exilio. 2.

La filosofía budista tiene el atributo de la perdurabilidad por

encima de las cosas tangibles (por eso las reencarnaciones). Este atributo puede ser la clave de la adaptación de la cultura budista lamaísta como filosofía y como civilización en la modernidad y el exilio. Por eso, durante el exilio se han ido adaptando, creando un gobierno democrático libre de características religiosas. El mismo Dalai Lama ha afirmado que la figura que se encuentra más en peligro para el sistema democrático es la suya, porque sería un

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obstáculo para la formación de opiniones individuales y el sentido de responsabilidad democrática que debería asumir el pueblo tibetano. 3.

De hecho, y siguiendo las palabras del Dalai Lama en el

Parlamento Europeo, si la apertura económica de China continúa hacia adelante, hay muchas más posibilidades de que con el crecimiento de la riqueza la población pida mejoras democráticas. Si China da este paso, las posibilidades de que el Tíbet pueda tener un sistema democrático tal y como se ha ideado desde el exilio, hacen que no se pierda la esperanza todavía. Pero deberá ser pronto, antes de que la colonización en todos los sentidos se acabe comiendo lo que queda en el interior del Tíbet.

70

Referencias bibliográficas y recursos de Internet Boid, Helen. The Future of Tíbet. Peter Lang Publishing. New York. 2004. Centre Unesco de Catalunya. El Tíbet. De Bodyul a X-Tsang. Un poble sense Estat (1949-1999). Centre Unesco de Catalunya. Barcelona. 1999. Esteve Moltó, J. Elias. Tíbet: La frustración de un Estado. El genocidio de un pueblo, Tirant Lo Blanch. Valencia. 2004. Goldstein, Melvyn C. The Snow Lion and the Dragon: China, Tíbet, and the Dalai Lama. Berkeley. University of California Press, 1997. http://ark.cdlib.org/ark:/13030/ft2199n7f4/ “The Dalai Lama’s Dilema”, a Foreig Affairs. Vol. 77. nº 1. Kapstein, M. & Goldstein, M. Buddhism in Contemporary Tíbet. Religious Revival and Cultural Identity. University of California Press. 1998. Wikipedia. “History of Tíbet” http://en.wikipedia.org/wiki/History_of_Tíbet International Comoission of Jurists. Tíbet - Question of Tíbet and the Rule of Law. 1959 International Comoission of Jurists. Tíbet - Tíbet and the Chinese People's Republic. 1960.

71

Mullin i Wangyal, Minority Rights Group Report: The Tíbetans. Ed. Minority Rights Group. 1990. Guàrdia, C. Domènech, J.M., Ayuso, M., La lluita pels nens lames. Programa 30 minuts. Televisió de Catalunya 2000.

Recursos de Internet: Tíbet Center for Human Rights and Democracy. http://www.tchrd.org/ The Gobiernoment of Tíbet in Exiles. http://www.Tíbet.como/ Canada Tíbet Comomittee. http://www.Tígbet.ca/en/media/mediakit_e.pdf

Otros textos de interés: Relaciones Exteriores. ‘The Dalai Lama visits the European Parliament’. 31-05-2006 Amnesty International Report. 2007 Tíbetan Center for Human Rights and Democracy. Anual Report. 2006. European Parliament ‘Human rights: Tíbet, Guatemala, Uzbekistan’. 26/10/2006. REF.: 20061021IPR11916

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ANEXO: Mapas Mapa del Tíbet Histórico y la TAR

El Tíbet Histórico, con Amdo y Kham, y los límites contemporáneos (línea amarilla) Fuente:

Friends

of

Tíbet.

Tíbet.org.nz/Tíbet.html

73

http://www.friends-of-

La orografía Tibetana, incluyendo los territorios de provincias que hoy no forman parte de la TAR

Orografía del Tíbet. Fuente: http://en.wikipedia.org/wiki/Image:TíbetanPlateau.jpg

74

LOS DERECHOS HUMANOS EN EL TÍBET Y LA EXIGENCIA DE RESPONSABILIDADES PENALES INTERNACIONALES Dr. José Elías Esteve Moltó∗

1.

LA

SISTEMÁTICA

VIOLACIÓN

DE

LOS

DERECHOS

HUMANOS DEL PUEBLO TIBETANO 1.1. El genocidio del pueblo tibetano La situación que se vive en la actualidad en el Tíbet y los crímenes que se han cometido contra este pueblo, son consecuencia directa del desarrollo de una serie de recientes antecedentes históricos, que por su trascendencia resulta inevitable su descripción. Los mismos permitirán conocer con mayor precisión el marco en el que se han cometido los distintos hechos criminales que a continuación se detallarán. En la fecha crítica de 1950, el Tíbet, como Estado, gozaba de un gobierno efectivo y soberano absolutamente independiente1. El 7 de

∗ Dr. en Derecho Internacional, abogado investigador de la querella del genocidio tibetano ante la Audiencia Nacional. 1 ESTEVE MOLTO, JOSE ELIAS: El Tíbet, la frustración de un Estado. El genocidio de un pueblo, Tirant Lo Blanch, Valencia, 2004; COMISIÓN INTERNACIONAL DE JURISTAS: La Cuestión del Tíbet y el Imperio de la Ley, CIJ, Ginebra, 1959. El informe que el Comité de Encuesta Jurídica sobre el Tíbet presentó a la Comisión Internacional de Juristas, El Tíbet y la República Popular de China, CIJ, Ginebra, 1960, p. 6, concluía “La consecuencia sacada es que el Tíbet desde 1913 a 1950 tenía existencia como Estado, según se acepta generalmente en derecho internacional público. En 1950 existía una población, un territorio y un gobierno que ejercía sus funciones en dicho territorio y que dirigía sus propios asuntos internos sin injerencia extranjera. De 1913 a 1950 las relaciones internacionales del Tíbet fueron ejercidas

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octubre de ese mismo año, 40.000 soldados del Ejército de Liberación Popular (ELP) siguiendo las órdenes del nuevo gobierno de la República Popular China lanzaron un ataque militar a gran escala sobre distintos puntos de la frontera oriental del Tíbet; extremo que fue denunciado ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, tal y como se manifiesta en el documento de las Naciones Unidas que se acompaña2. En pocos meses se consumó la ocupación militar de este país y bajo estas condiciones de sometimiento se firmó el 23 de mayo de 1951 el llamado Acuerdo de los 17 Puntos “sobre las medidas pacíficas encaminadas a la liberación pacífica del Tíbet”, suscrito por representantes chinos y tibetanos, tratado cuya nulidad ab initio es a todas luces manifiesta, dado el elemento coactivo que motivó su rúbrica3. El motivo de reflejar estos hechos no es otro que el de evidenciar la idea preconcebida por la que con la absorción de las prerrogativas del Estado Lamaísta de carácter eminentemente religioso, que pasan a ser asumidas por la República China Maoísta, se comenzaría a imponer en el Tíbet una serie de medidas encaminadas a la transformación comunista atea de una sociedad eminentemente entregada a la fe budista. Así pues, el pueblo tibetano caracterizado

exclusivamente por el Gobierno Tibetano y se demuestra por documentos oficiales que los países con los cuales el Tíbet mantuvo relaciones internacionales le consideraron como Estado soberano”. De la misma forma concluyente se pronuncian: TRIBUNAL PERMANENT DES PEUPLES: Session sur le Tibet. Sentence, Strasbourg, noviembre 1992, p. 23 ; WILMER, CUTLER & PICKERING en The legal status of Tibet: three studies by leading jurists, Office of Information and International Relations, Central Tibetan Administration, Sona Printers, Dharamsala, 1989, p. 34; VAN WALT VAN PRAAG, MICHAEL C.: The Status of Tibet: history, rights and prospects in International Law, Wisdom Publications, Londres, 1987. 2 UN Doc. A/1534, 18 de noviembre de 1950, “la invasión del Tíbet por fuerzas extranjeras”. 3 RAMON CHORNET, CONSUELO y ESTEVE MOLTO, J.E.: “El status jurídico internacional del Tíbet en el 50º aniversario del Acuerdo Chino-Tibetano de 1951”, Anuario de Derecho Internacional, Vol. XVII, 2001, pp. 171-195.

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en su esencia por el budismo, se convierte en una nacionalidad dentro de la nación china, convirtiéndose las identidades religiosas y nacionales del Tíbet en obstáculos que debían suprimirse para poder alcanzar la utopía marxista. Como consecuencia de la ocupación y de la imposición de la nueva ideología en la antigua sociedad tibetana, se produjo una serie de hechos que fueron constatados como genocidas por la Comisión Internacional de Juristas.

En su informe constan cientos de

testimonios que ratifican y llevan a la realidad práctica las ideas anteriormente apuntadas, y cuyos hechos consideraron constitutivos del crimen de genocidio. A continuación transcribimos alguna de las declaraciones de los testigos (para cuyas señas personales nos remitimos al informe) de los asesinatos que ilustran el alcance de la nueva política4, cuya puesta en práctica se alentaba desde el mismo gobierno. Ahora bien, al margen de esta descripción introductoria y explicativa del origen de los hechos, a los efectos de la querella que fue presentada ante la Audiencia Nacional (y cuyo tratamiento se

4 Transcribimos únicamente parte de un testimonio con la intención de reflejar la crueldad y alcance de la imposición de dichas medidas. Declaración del testigo nº 39, hechos acaecidos en Doi-Gyatsang, Amdo, 1954: “...en número de unos 500 fueron arrestados hombres de las tres primeras clases sociales (terratenientes, otras personas ricas y jefes de pueblo y de distrito). Convocaron al pueblo a un gran campo donde previamente habían llevado a trescientos hombres procedentes de las referidas clases sociales. Les acusaron los chinos de obstruir el camino a la reforma, así como de tener creencias religiosas, declarando la necesidad de eliminarlos para que no dañaran los espíritus de los jóvenes. Serían fusilados todos, aun los más humildes, si pensaban de la misma manera. Preguntarían a los niños si creían en la religión y los fusilarían en caso afirmativo... Los doscientos hombres restantes serían enviados a trabajar y no los matarían por no ser casos tan graves. Los 300, primeramente mencionados, fueron puestos en fila, y los dispararon uno a uno a la vista del pueblo. tras una seria advertencia al testigo de que dijera la verdad, éste confirmó y aseguró que los chinos amenazaron con matar a cualquiera que defendiera las creencias religiosas.”

77

expondrá en apartados posteriores) se exponen y se denuncian todas aquellas acciones que fueron cometidas desde el año 1971. Se escoge esta fecha ya que el delito de genocidio se incorpora en nuestro derecho interno, tras la ratificación de España de la Convención para la prevención y sanción del delito de genocidio, mediante la ley 44/1971. Así pues desde el 15 de noviembre de 1971, el artículo 137 bis del anterior Código Penal se puede perseguir en nuestro país los actos correspondientes a este delito5. En lo que respecta al crimen de genocidio, junto a los hechos existe un claro propósito de destruir total o parcialmente el grupo tibetano como tal. Desde los inicios en los que se impone coactivamente la autoridad china en el Tíbet, todas las políticas de la dictadura que sigue imponiendo el Partido Comunista Chino han perseguido este fin. En este sentido, de las actas de la sesión plenaria del Cuarto Congreso del Partido Comunista del Tíbet de 1994, que discutió el modo de implementar la política ordenada en el III Foro de Trabajo sobre el Tíbet celebrado en Pekín, se desprende una clara intención de suprimir al grupo tibetano como tal. En todas las campañas políticas lanzadas por el Partido, y que se aplican en el Tíbet con unas coordenadas determinadas y diferentes a la del resto del país, y muestran a todas luces la existencia de una acción coordinada y planificada contra el grupo tibetano, cuyo origen se encuentra en las directrices del Partido, que posteriormente obedecen todos los

5 No debe olvidarse la aplicabilidad de la inculpación consuetudinaria en el caso de genocidio, por la que el art. V del Convenio contra el genocidio de 1948 pide a los Estados que adaptan su legislación interna para asegurar la aplicación del Convenio. Pero aunque la incriminación basada en el Convenio no es directamente aplicable, ello no excluye que la inculpación por genocidio pueda fundarse en el derecho consuetudinario basado en el derecho de Nuremberg.

78

agentes del Estado, tanto de los poderes ejecutivo y legislativo, como el judicial. De los hechos se desprende que todo tibetano, caracterizado por su identidad budista, que manifiesta en su conducta su adherencia a los postulados religiosos que no se ajustan a los del Partido o su devoción hacia su máximo maestro espiritual, el Dalai Lama, es considerado por las autoridades como disidente, y suprimido de manera sistemática por una de las conductas que se prevé en el art. II de la Convención del genocidio (acciones que incorpora el actual art.

607.1

del

Código

Penal

-

C.p.):

se

han

asesinado

a

manifestantes pacíficos y se han torturado tibetanos hasta morir (art. 607.1.1 C.p.), se practica sistemáticamente la tortura (incluida vejaciones sexuales, que resulta aún más grave cuando son sufridas por monjas budistas) a miembros de este grupo, causándole lesiones físicas, psicológicas (art. 607.1.2,3 y 5 C.p.), se ha emprendido oficialmente una campaña de masivo traslado de población china al Tíbet que viene acompañada de una política coactiva que impiden la libre reproducción del grupo (art. 607.1.4 C.p.). En definitiva según los datos aportados por el Gobierno Tibetano en el exilio, los tibetanos muertos como consecuencia directa de la nueva dominación china ascienden a 1.207.387.6

6 DEPARTMENT OF INFORMATION AND INTERNATIONAL RELATIONS, CENTRAL TIBETAN ADMINISTRATION: Tibet, proving truth from the facts Dharamsala, 1993, p. 41.

79

1.2. El genocidio bajo la forma de imposición coactiva de las medidas de control de la natalidad

Junto a estos hechos genocidas, la imposición coactiva de las medidas de control de la natalidad, no sólo en el Tíbet, sino en toda China, es un evidencia que se ha probado en distintos foros y que también caen bajo este tipo penal. Esta política se ha empezado a aplicar

desde

1980

en

el

conjunto

del

país.

Abortos

y

esterilizaciones forzadas, infanticidios, penalizaciones por niños nacidos sin autorización que quedan desprovistos de la carta de residencia, lo que le deniega acceso sanitario, educativo...suponen una violación a una multitud de derechos que recogen las Convenciones sobre los derechos del niño y de la mujer. Ahora bien, a los efectos de los crímenes que venimos describiendo, debe resaltarse el propósito y los hechos que se producen como consecuencia de esta política, y que incurren en una destrucción física de miembros del grupo tibetano. Al observar las medidas de control de la población en el Tíbet, no aisladamente, (sino en el contexto desde donde emanan otras directrices), resulta evidente que son muy distintos los motivos y circunstancias para implantar las mismas en este particular territorio.

Aunque

la

planificación

familiar,

reconocida

en

la

misma

Constitución de 1982, no era aplicable a las minorías étnicas, como la tibetana, con una población inferior a diez millones de habitantes, el Ministro de Planificación Familiar abiertamente reconocía en 1990, que se asignaba a las autoridades locales el criterio discrecional

80

para aplicar las medidas convenientes para regular esta política oficial7. El

propósito

de

estas

medidas

intencionadas

a

impedir

los

nacimientos en el seno del grupo tibetano resulta más evidente cuando se conectan las medidas coactivas de control de natalidad con el traslado de población china a la meseta tibetana. En toda China, las restricciones al aumento de la población obedecen a una escasez de recursos para sostener a más de mil millones de habitantes. En cambio, los tibetanos sólo suponen el 0’5% de la población total china; en contraposición el antiguo territorio tibetano constituye el 25 % del territorio total de China, arrojando una densidad de 2’3 habitantes por Km. cuadrado. Tal como manifiesta el grupo de juristas del TIBET JUSTICE CENTER en un minucioso informe8, en el Tíbet “la política de planificación familiar no pretende aliviar la presión de una tierra superpoblada, sino disminuir el número de tibetanos.” Debe alertarse que la práctica en el Tíbet de los abortos y esterilizaciones forzadas a las mujeres tibetanas, se efectúa en un momento en que la población colona china (7’5 millones) ha superado ya a la tibetana (6 millones). Además los métodos que se emplean para aplicar esa política son más que cuestionables y van: desde los abortos forzados en las últimas etapas de la gestación seguidos de esterilizaciones forzosas, hasta los infanticidios que se practican inyectando en la cabeza de los recién nacidos un líquido que acaba en pocos minutos con su

7 Declaraciones en la publicación oficial del China Daily de 14 de marzo de 1990, “Birth rate control aids minority economics”, citado en ICLT & UNPO: The case concerning Tibet, p. 73. 8 TIBET JUSTICE CENTER: A generation in peril. The lives of Tibetan children under Chinese rule, 2000.

81

vida. Como consecuencia de estas prácticas coercitivas se ha constatado que es usual que se produzca la muerte de las madres9. 1.3. Tortura y otros crímenes contra la humanidad Junto a los hechos presuntamente genocidas, que implican una destrucción de los miembros del grupo tibetano, también se describen en la querella los hechos relativos a otro crimen internacional: la tortura. Así pues en el documento legal, se describe en decenas de casos de tibetanos que han prestado su testimonio para esta acción judicial, cómo se procede de manera sistemática a encarcelar mediante procesos sumarísimos carentes de cualquier clase de garantía procesal de defensa (o incluso en ocasiones sin ni siquiera pasar por esta formalidad) y a someter a distintos métodos de tortura a los presos y detenidos. Entre las torturas documentadas (como hemos oído recopilando de boca de las víctimas huidas al exilio) figuran golpes con cadenas, palos con clavos salientes y barras de hierro, descargas de picana eléctrica en las partes más sensibles del cuerpo, en particular, la boca y los genitales. También se deja a los presos colgados con las manos atadas en la espalda y se los expone al agua helada y a bajas temperaturas. Además las mujeres en general y las monjas en particular, son víctimas de algunas de las formas de torturas más

9 Asimismo se denuncia esta política oficial del Gobierno que se efectúa en las distintas regiones del Tíbet en HERZER, EVA & LEVIN, SARA B.: China’s denial of Tibetan women’s right to reproductive freedom, ICLT, Berkeley, California, 10 octubre 1995, apartado b. (www.tibetjustice.org/reports/chinas_denial.html). Se alerta que China no está únicamente controlando el número de la población en Tíbet, sino que abiertamente a través de unas leyes eugenésicas desea mejorar la “calidad” de la población tibetana.

82

crueles y pensadas para ellas, tales como la violación con picanas eléctricas y golpes en los pechos. Las Naciones Unidas, a través de los informes del Relator Especial para la tortura

han denunciado la comisión de este crimen,

exponiendo el caso de varios tibetanos e insistiendo que los prisioneros políticos reciben “un trato especialmente brutal”. En 1996 y de nuevo en el 2006, el mismo Relator, de nuevo informó que la tortura seguía siendo una práctica común en el Tíbet, que incluso era sufrida por menores de edad. Asimismo manifestó su preocupación por la actitud indiferente de China ante su solicitud de visitar el país (a finales de los 90) y ante la petición de explicaciones por el destino final de los afectados, que fueron citados en su informe anterior. Aunque la tortura en toda China, continúe siendo motivo de preocupación para este Comité de las Naciones Unidas, no es menos cierto que la misma se practica contra los prisioneros políticos tibetanos de una forma “particularmente perversa”10. Este

especial

ensañamiento,

la

jurisdicción

generalizada

del

Ministerio de Seguridad Pública, en lugar del de Justicia, sobre el sistema penitenciario en el Tíbet, el que las víctimas en su mayoría sean monjes o monjas budistas, la participación en los actos delictivos de los agentes dependientes del ejército y de la seguridad en los centros de detención y su papel activo en los juicios son presupuestos que parecen apuntar a una estrategia planificada desde los máximos estamentos del Partido. Finalmente junto a estos hechos se describen, otros como son desapariciones

10

forzosas,

ejecuciones

extrajudiciales,

UN. Doc. E/CN.4/1996/35, Add. 1, párrafo 104.

83

actos

de

discriminación racial y apartheid, que son calificados como crímenes contra la humanidad. Los casos de desapariciones forzosas que se repiten cada año también de forma reiterada se denuncian por distintas organizaciones, que apuntan que las causas de éstas van desde la distribución por un monje de fotos del Dalai Lama y del Panchen Lama, hasta la posesión por una profesora de escuela del célebre libro de historia tibetana de Shakabpa, Tibet: a political history

11

. Las Naciones Unidas han reconocido que la mayoría de

las desapariciones que se producen en China, las sufren activistas tibetanos de derechos humanos o aquellos que desafían a la autoridad china con poemas o canciones que evocan sus ansias de libertad, según se constata en el Informe del Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzosas o Involuntarias12. A todo ello debe añadirse que la manifestación pacífica de los sentimientos budistas de los tibetanos, que han insistido en conservar el sistema tradicional de elección de las reencarnaciones, ha sido el origen de una serie de desapariciones. El asunto de la búsqueda de la reencarnación del XI Panchen Lama y posterior desaparición , resulta paradigmático a este respecto. 1.4. Terrorismo de Estado

Así pues una vez ya expuestos de manera sumaria, los hechos anteriores, debemos poner de manifiesto que, todas estas acciones, obedecen a una plan que coordina a los tres poderes del Estado Chino y que orquestan los dirigentes del Partido Comunista;

11

TCHRD: Tightening of control. Annual Report 1999: Human Rights violation in Tibet, pp. 90-92. Informe del Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzosas o Involuntarias, UN Doc. E/CN.4/1995/36, 30 diciembre 1994, párrafo 122.

12

84

situación que nos conduce a comentar inevitablemente la cuestión del terrorismo de Estado.

Llegados a este punto, se debe traer de nuevo a colación, el Cuarto Congreso del Partido Comunista del Tíbet, celebrado el 5 de septiembre de 1994, donde se discute el modo de implementar la política ordenada en el Foro de Pekín al que ya se ha aludido y en el que se enfatiza que la lucha contra los separatistas, instigados por el Dalai Lama “es a vida o muerte”. De

entre

todas

sometimiento

del

las

medidas

poder

del

judicial

plan a

los

represivo, dictados

destaca del

el

Partido

Comunista. En este sentido, los máximos dirigentes políticos comunistas no dejan de instar a todos los jueces, (que son designados a todos los niveles geográficos por los correspondientes Congresos del Pueblo, dirigidos exclusivamente por el Partido), que en su tarea de enjuiciamiento persigan los propósitos políticos que vayan ordenando los líderes políticos. El mismo Ren Jianxin, Presidente del Tribunal Supremo, declaraba que “el liderazgo del Partido sobre los tribunales es la garantía básica para que éstos cumplan con sus labores judiciales...y ésta es fundamentalmente la diferencia con la independencia judicial de los países burgueses”.

Esta peculiar jerarquía de los poderes del Estado, (que subordina en su totalidad la función judicial a las directrices del Partido, se aplica con mayor dureza en Tíbet), ya que el objetivo político de erradicar a los seguidores del Dalai Lama se ha convertido en la prioridad básica del Partido. Siendo así, no es de extrañar que Bai Zhao, Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Tíbet, declarara el 11 de julio de 1996 en la prensa oficial, que: “la lucha para aplastar

85

rigurosamente los crímenes de los separatistas y otras serias actividades criminales se está desplegando en esta región como un fuego vehemente. Por el momento, conforme a las órdenes unificadas y las demandas específicas del comité regional del Partido y en estrecha coordinación con la seguridad pública y la fiscalía, los tribunales populares a distintos niveles y todos los dirigentes y policías se encuentran unidos en un odio común contra los enemigos y

dispuestos

a

luchar contra los criminales, reaccionarios y

saboteadores, quienes mueren por seguir al Dalai Lama y que en vano tratan de desmembrar a la Madre Patria, de oponerse al socialismo

y

al

liderazgo

del

Partido

Comunista

Chino

y

descaradamente cometen serios crímenes”.

Este tipo de actuaciones presuntamente delictivas, no sólo alteran gravemente la paz pública, tal como exige nuestro Código penal, sino que constata la ausencia de un orden constitucional en China. A este concepto del llamado “terrorismo de Estado”, es al que ya se refirió el auto del pleno de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional de 5 de noviembre de 1998, relativo al Caso Pinochet), al denunciar que:

"Una forma de terrorismo que parece haber tenido una lamentable tendencia a proliferar en nuestro tiempo, (tan propicio a todos los monopolios estatales), es la del terrorismo desde arriba, esto es, el practicado por el Estado abierta o encubiertamente a través de sus órganos oficiales u oficiosos, es claro que desborda obviamente el campo propio del Derecho penal interno, aunque pueda importar al internacional penal en la

86

dimensión

de

los

llamados

Crímenes

contra

la

Humanidad o los genocidas.”

1.5. La impunidad en China y Tíbet

La situación de sistemática violación de los Derechos Humanos viene acompañada de un elemento que permite que esta crisis se perpetúe en el tiempo: la impunidad de los presuntos responsables de estos crímenes internacionales. Siendo así interesa constatar esa imposibilidad de acudir a la justicia china por parte de las víctimas tibetanas por la comisión de los hechos denunciados. En este punto es vital el recordar que China se autodefine como “una dictadura democrática, en la que se combina la democracia del pueblo y la dictadura contra los enemigos del pueblo”13. De esta forma todo el poder en el Tíbet está en manos del Secretario del Partido Comunista y son precisamente otros miembros del Partido, quienes a su vez ejercen su voluntad, tanto en el orden ejecutivo, legislativo y judicial. Distintos informes de juristas14, han acreditado sobradamente que los procesos penales en China, no son más que una “vacía formalidad”. No sorprende tan rotunda afirmación, cuando el mismo artículo

126

de

su

Constitución

no

hace

referencia

a

la

independencia judicial, sino que la formulación de este principio se 13

Human Rights in China, Beijing Review, 4 nov. 1991, p. 43. LAWYERS COMMITTEE FOR HUMAN RIGHTS: Opening to reform? An analysis of China’s revised Criminal Procedure Law, New York/Washington, octubre 1996; HUMAN RIGHTS IN CHINA: Empty promises: Human rights protections and China’s Criminal Procedure Law in practice, Nueva York/Hong Kong, marzo 2001. Asimismo AMNISTIA INTERNACIONAL: Repression in Tibet, 1987-92, pp. 50-51, ha denunciado las numerosas deficiencias del sistema judicial chino.

14

87

hace en unos términos que permite que el control del Partido se extienda sobre toda la labor judicial, desde la selección de jueces y fiscales hasta los mismos fallos de los tribunales. Es más de las cuatro Constituciones que ha tenido la República Popular de China, ninguna de ellas, ni ha reconocido la separación de poderes, ni en modo alguno se ha previsto mecanismo alguno para limitar el poder absoluto del Partido Comunista Chino. Precisamente, el anterior Secretario General del Partido, Zhao Ziyang, que en 1988 propuso la separación del Partido del Estado fue purgado de su puesto poco después con ocasión de los sucesos que acabaron con la masacre de los estudiantes chinos en la Plaza de Tiananmen. Tal y como ya se ha puesto de manifiesto al describir los diferentes casos de torturas

de los detenidos tibetanos y el terrorismo de

Estado, existe una total complicidad y coordinación entre los jueces de instrucción y las fuerzas de seguridad chinas. Además como en todos los procesos judiciales en los que se ven envueltos los tibetanos, al considerarse que han atentado contra la seguridad del Estado, todas las deliberaciones se efectúan a puerta cerrada al calificarse el asunto de “secreto de Estado”, lo que facilita aún más si cabe esa falta de independencia judicial. Las estadísticas al respecto son más que evidentes y así por ejemplo en 1997, de los 529.779 procesos que se siguieron en los tribunales chinos en ese año, en el 99’34% de los casos se encontró a los acusados culpables. Todo apunta a que la coordinación y cooperación entre los jueces, los fiscales y la policía es absoluta. Esta situación hace que únicamente en contadas ocasiones, los condenados apelen a tribunales superiores. No resultan extrañas estas decisiones, cuando el mismo Tribunal Supremo y la misma Fiscalía del Estado han declarado públicamente en su Programa Legal previsto para el periodo 2000-2005, absoluta lealtad al Partido y a sus políticas y

88

han prometido estrechas su cooperación con los Comités del Partido a todos los niveles. Asimismo las leyes penales chinas prevén la aplicación de la pena de muerte a 68 delitos, de entre los cuales destacan distintos crímenes de los anteriormente llamados “contra-revolucionarios”. Es más, estos crímenes contra la seguridad del Estado se juzgan a través de un procedimiento especial más rápido, que vulnera principios tan elementales como la presunción de inocencia y el derecho a la defensa legal. Pero estas prácticas no pueden sorprender a nadie, si se tiene en cuenta que la misma Constitución China no hace ninguna mención al derecho a la vida. Directivas del Partido, tales como las que enuncian que “quien debe morir debe ser ejecutado”15, parecen que obtienen el resultado pretendido, y más aún en aquellos casos en los que las condenas a pena de muerte se llevan a cabo en grandes recintos públicos, como los estadios deportivos, en los que se obliga a la población a presenciar el espectáculo. Organizaciones como AMNISTIA INTERNACIONAL (NWS 21/007/20017/S) han alertado que precisamente desde la designación de Pekín, como sede de los Juegos Olímpicos del 2008, se ha emprendido una “desenfrenada ola de ejecuciones en China... (donde) se han ejecutado en tres meses a más personas que en todo el resto del mundo en los últimos tres años”. “...el último lugar al que se llevó a muchos de los condenados a muerte fue a estadios deportivos, donde los sometieron a un acto ritual de humillación ante grandes multitudes justo antes de ejecutarlos.” Asimismo el Relator Especial sobre las Ejecuciones Extrajudiciales, Sumarias o

15

Esta directiva del Partido, así como la legislación penal china, que castiga con la pena de muerte los crímenes contra la seguridad del Estado se contemplan en CIJ, 1997: pp. 255-256. Véase también el informe del AUSTRALIAN HUMAN RIGHTS DELEGATION TO CHINA: Report of the Second Australian Human Rights delegation to China, op. cit., pp. 31-34.

89

Arbitrarias de las Naciones Unidas ha denunciado en distintos informes16, “el uso extensivo de la pena de muerte” y de la falta de garantías en estos procesos. Ahora bien, si es innegable que esa sistemática violación de derechos fundamentales se produce en toda China, no es menos cierto que en este marco pueda desarrollarse una persecución deliberada del grupo nacional-religioso tibetano. Se ha constatado que los tibetanos, acusados de crímenes políticos, son condenados sin haber tenido un juicio justo en el mejor de los casos. Así por ejemplo, un antiguo juez tibetano, Amdo Sangye, que ejercía su labor en el Tribunal Superior de Justicia de Qinghai (área con estatuto

autonómico

tibetano)

declaró

que

el

Presidente

del

Tribunal, sin ser juez, era el que asignaba según su libre criterio los juicios y quien a su vez aprobaba las resoluciones judiciales más importantes. Constató que todos los jueces son miembros del Partido y que en todos sus años de ejercicio de la judicatura no le fue asignado ni un solo caso, en el que la acusación de crimen político se dirigía contra un tibetano. Denunció a su vez ante la Comisión Internacional de Juristas que estos asuntos siempre quedaban reservados a los jueces chinos17. A pesar de las distintas condenas a China, el Gobierno de Pekín continúa sin admitir la realidad de los hechos y persiste en emplear su presión diplomática y comercial para silenciar las protestas de Estados y organismos internacionales. Así por ejemplo ante los 16

Informe del Relator Especial sobre las Ejecuciones Extrajudiciales, Sumarias o Arbitrarias, Sr. Bacre Waly Ndiaye, presentado sobre la base de la resolución 1994/82 de la Comisión de Derechos Humanos, UN Doc. E/CN.4/1995/61, 14 diciembre 1994, párrafo 94. Asimismo, véase UN Doc. E/CN.4/1994/7. 17 Esta organización entrevistó personalmente a este antiguo juez tibetano, cuyo testimonio se reproduce en CIJ, 1997: pp. 201-202.

90

infructuosos intentos de emitir una resolución condenatoria en las Naciones Unidas por la situación de los derechos humanos en China, el delegado de este país, Qiao Zobghuai, tras conseguir una vez más

la

aprobación

de

las

“no-action

motion”

(UN

Doc.

E/CN.4/2000/L.30), gracias a la complicidad y el apoyo de un elevado número de países asiáticos y africanos calificó en esta 56ª Comisión de Derechos Humanos de “farsa política anti-China”, las pretensiones condenatorias al Gobierno de Pekín que se esfuerza por proporcionar “estabilidad política, desarrollo económico, unidad nacional y trabajo y vida satisfactoria al pueblo chino”18. Mientras que la RPC, no sólo desmiente las violaciones de los derechos humanos en el Tíbet, sino que se esfuerza en alagar los cincuenta años de avances económicos, sociales e incluso religiosos de la Región Autónoma, desde el exterior se tacha a estos informes de “lavados de cara”19 y se les recrimina de consolidar el “colonialismo en el techo del mundo”. La respuesta del Gobierno Tibetano en el Exilio desde Dharamsala al Libro Blanco de noviembre de 2001 del Consejo de Estado de China, El desarrollo de la modernización del Tíbet, se concretó un mes más tarde con el informe cuyo título resulta ser de por sí lo suficientemente significativo: “la cumbre de la oscuridad: colonialismo chino en el techo del mundo”. Toda esta situación no sólo hace imposible que cualquier víctima tibetana pueda acudir a la justicia china, sino que evidencia una 18

UNITED NATIONS Press Release MORNING HR/CN/00/51, 18 abril 2000. AMNISTIA INTERNACIONAL ha calificado los informes de Pekín de “lavados de cara”, reconociendo que los derechos constitucionales en China no son más que “papel mojado”. “El Libro Blanco no aborda la cuestión de por qué se violan estos derechos y por qué se permite que continúen estas violaciones”, cfr. ASA 17/07/00/S, “China: ¿Libro Blanco o lavado de cara?”, 17 de febrero del 2000.

19

91

total impunidad de los presuntos criminales. Dada la situación actual del país y teniendo a su vez en cuenta el status de país ocupado del Tíbet resulta en estas circunstancias impensable que los tribunales chinos tengan la intención de juzgar a sus propios colegas del Partido, y más aún cuando son los jueces quienes se encuentran en una relación de subordinación jerárquica respecto a los mismos.

2. LA EXIGENCIA DE RESPONSABILIDADES PENALES: LA QUERELLA PRESENTADA ANTE LA AUDIENCIA NACIONAL POR LOS CRIMENES INTERNACIONALES COMETIDOS EN TIBET 2.1. La interposición de la querella y la inadmisión inicial Así pues en este contexto sistemática violación de derechos humanos, se aunaron un montante considerable de pruebas documentales, testigos y víctimas y el 28 de junio del 2005, se presentó una querella ante la AN por los crímenes internacionales cometidos en el Tíbet. Se eligió esta fecha para aprovechar la presencia en España de víctimas tibetanas que acudieron a dar su testimonio en los Cursos de Verano de El Escorial, invitados por el Juez Magistrado Baltasar Garzón. La iniciativa legal fue presentada, ejerciendo la acción popular, por el Comité de Apoyo al Tíbet y la Fundación Casa del Tíbet, y como acusación particular compareció, Thubten Wangchen. Sobre la base de los hechos (sucintamente descritos) se solicitó el procesamiento de: Jiang Zemin, anterior Presidente de China, Secretario del Partido Comunista Chino y máxima autoridad del Ejército Popular de Liberación hasta 2003; Li Peng, antiguo primer

92

ministro durante la represión tibetana y de finales de los 80 y principios de los 90 y otros cinco altos cargos políticos y militares20. Esta iniciativa legal continuamente se remite al derecho contenido en la Ley Orgánica del Poder Judicial (LOPJ), que en su artículo 23.4 dispone que la jurisdicción penal española tiene competencia para perseguir el genocidio más allá de las fronteras y con total independencia de la nacionalidad del autor, de la nacionalidad de la víctima, y del lugar donde se hubiera cometido el delito. Y esto se dice, no porque España lo decida unilateralmente, sino porque la comunidad internacional lo ha decidido, que son crímenes de jurisdicción universal, porque atentan contra toda la comunidad internacional.

Una vez presentada la querella, el Juzgado Central Decano, asignó por turno de reparto el caso al

Juzgado Central de Instrucción

número dos de la Audiencia Nacional, quien dio traslado al Ministerio Fiscal a efectos de determinar la competencia. El fiscal en fecha 27 de julio de 2005 emitió un informe en el que invocando la tesis seguida por el Tribunal Supremo en la sentencia de

8

de

marzo

de

2004,

decretaba

que

a

ningún

Estado

“corresponde ocuparse unilateralmente de estabilizar el orden,

20

- Ren Rong, Secretario del Partido en el Tíbet durante el periodo 1971-1980, y dirigente militar que perteneció a la Comandancia Militar del Suroeste, participando en la ocupación del Tíbet. - Yin Fatang, Secretario del Partido en el Tíbet durante el periodo 1980-1985, y dirigente militar que perteneció a la Comandancia Militar del Suroeste, participando en la ocupación del Tíbet. - Qiao Shi, Jefe de la Seguridad China y responsable de la Policía Armada Popular durante la represión de finales de los años 80. - Chen Kuiyan, Secretario del Partido en la Región Autónoma de Tíbet durante el periodo 1992-2001. - Ministro Deng Delyun, ministro de Planificación Familiar en los años 90.

93

recurriendo al Derecho Penal, contra todos y en todo el mundo, sino que más bien hace falta un punto de conexión que legitime la extensión extraterritorial de su jurisdicción”. La fiscalía concluyó que para la persecución del hecho se había de tener el límite de que concurriera algún punto de conexión nacional con los intereses del Estado que pretenda esa persecución, en este caso España. Esta

interpretación

restrictiva

del

principio

de

la

jurisdicción

universal fue secundada por el Juzgado Central de Instrucción número dos, siguiendo el hilo argumental del informe del fiscal. Con esta argumentación y sin entrar para nada en la comprobación de los hechos y su calificación jurídica, el Magistrado Juez del Juzgado Central de Instrucción número dos, Ismael Moreno Chamarro, dictó el auto de inadmisión en fecha de 5 de septiembre de 2005.

Contra dicha resolución se presentó recurso de apelación en tiempo y forma, y la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional que debía resolver el asunto, señaló la vista para el 13 de octubre de 2005. Ahora bien, pocos días antes de que se efectuara la vista se dictó una sentencia que iba afectar de forma invariable al proceso. La célebre sentencia del Tribunal Constitucional de 26 de septiembre de 2005 que vino a resolver el recurso de amparo en el caso del genocidio de Guatemala, al incidir de pleno en el motivo de la apelación, dejó sin efecto el señalamiento previsto y lo pospuso. 2.2. La admisión a trámite y el reconocimiento judicial de la comisión del genocidio en Tíbet Finalmente el auto de 10 de enero de 2006 de la sección Cuarta de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional acabó por estimar la competencia de la jurisdicción española en el caso del genocidio del

94

pueblo tibetano no condicionándolo a ningún elemento de conexión nacional, siguiendo

con ello, lo preceptuado por el Tribunal

Constitucional. De los diez fundamentos de derecho del auto, los seis primeros se dedican de forma exclusiva a describir el “peregrinaje” jurídico de la jurisdicción universal en el caso Guatemala y todo ello con miras aplicar todas las “etapas, fundamentaciones y resoluciones” de aquel asunto al presente caso del Tíbet.

Una vez expuestas las conclusiones de la sentencia del Tribunal Constitucional y para poder determinar si la jurisdicción española es o no competente para conocer el presente caso del Tíbet, los magistrados de la sección Cuarta de la Sala de lo Penal argumentan que deben examinarse y resolver tres cuestiones sobre el objeto de recurso:

a)

Si los hechos que se relatan en la querella revisten los

caracteres de genocidio

Respecto a esta primera cuestión, el auto tras recordar que el genocidio puede cometerse tanto en tiempo de paz como en tiempo de guerra, transcribe la definición de este crimen según se contempla en el artículo 2 de la Convención sobre la prevención y sanción del delito de genocidio. A continuación en un único párrafo el auto resuelve, examinados todos los hechos y documentos que de forma sistemática se habían expuesto en la querella, que se puede “deducir, sin género de dudas, que (…) revisten, prima facie, los

95

caracteres y descripciones enumeradas en el art. 2 del convenio del genocidio”

b)

Si concurren los presupuestos del artículo 6 del Convenio

del Genocidio

En segundo lugar, el auto examina los intentos infructuosos de la comunidad internacional y en concreto de las Naciones Unidas, de buscar una solución pacífica a la situación del Tíbet, para finalizar en cuatro apartados, no sólo las posibilidades judiciales descritas en el artículo 6 de la Convención del genocidio, la de acudir a la Corte Penal Internacional o en este caso a los tribunales chinos, sino que constata que todos los intentos que se han realizado a nivel internacional, para resolver el conflicto del Tíbet e impedir la sistemática comisión de crímenes internacionales contra el pueblo tibetano, han sido infructuosos. En concreto, son cuatro los apartados, en donde se detallan estos extremos:

- Posteriormente analiza las posibilidades que el caso del Tíbet pudiera ser conocido por la Corte Penal Internacional; por un lado se recuerda que el artículo 11 del Estatuto de Roma de 17 de julio de 1998, dispone que este tribunal únicamente es competente para conocer aquellos crímenes cometidos después de su entrada en vigor (y los hechos denunciados en la querella son anteriores a 1998), y por otro, se declara que “ni China ni, por supuesto el Tíbet, son Parte del citado Estatuto ni consta aceptación

alguna de la

competencia de la Corte por parte de China, por lo que no cabe esperar

respuesta

alguna

del

citado

jurisdiccional.”

96

órgano

internacional

- Por último, el auto expone la imposibilidad de acudir a los tribunales chinos. Con ello se está haciendo eco de la situación de total impunidad que se manifestó en la aportación documental unida a la querella, y en la apelación.

c)

Si se aprecia un ejercicio racional del derecho al

presentar esta querella ante los tribunales españoles por unos crímenes internacionales cometidos en Tíbet

El último de los elementos que examina el auto antes de su pronunciamiento final es aquel que hace referencia al llamado test de razonabilidad. El origen de este criterio se recoge en el auto no jurisdiccional del Pleno de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional de 3 de noviembre de 2005, reunido para unificar criterios en materia de jurisdicción universal, tras la sentencia del Tribunal Constitucional en el caso Guatemala. En el mismo se apunta, que: “constatado

que

ordenamiento

se

cumplen

jurídico

los

requisitos

exigidos

Internacional

el

interno y descartada la actuación de la

jurisdicción del lugar de comisión del presunto comunidad

por

deberá,

como

regla,

delito y de la aceptarse

la

jurisdicción salvo que se aprecie exceso abuso de derecho por la absoluta ajeneidad del asunto por tratarse de delitos y lugares totalmente extraños y/o alejados y no acreditar el denunciante o querellante interés directo o relación con ellos”

Los magistrados de la Sección 4ª de la Sala de lo Penal en este caso del Tíbet han interpretado el criterio anterior única y exclusivamente con el fin de evitar un ejercicio abusivo de derecho, pero en modo

97

alguno ese argumento puede servir como pretexto para continuar dejando en la impunidad a crímenes internacionales, y más aún bajo un argumento tan subjetivo como que el delito o el lugar de la comisión de los hechos sea “un lugar extraño y/o alejado”. Existía el peligro que se interpretara este requisito con la intención de archivar la querella del Tíbet (ya que no se trata de un lugar muy próximo o con una conexión directa con España).

Afortunadamente en la primera ocasión que han tenido los jueces de pronunciarse e interpretar ese criterio de razonabilidad, han apostado por la lucha contra la impunidad, estimando el recurso de apelación y concluyendo sobre este caso del Tíbet, que “dados los hechos que se describen detalladamente en la querella presentada junto

con

la

importante

documentación

acompañada,

desprende, no sólo la existencia de que los hechos presentan caracteres

de un delito de genocidio

investigados

jurisdicción

por

la

española

denunciados

que deben ser

según

anteriormente sino la competencia de este órgano

se

lo

razonado

jurisdiccional

para admitir y tramitar la querella en su día denegada atendiendo a los postulados y principios establecidos por la sentencia del Tribunal Constitucional de 26 de septiembre de 2005.

2.3. El inicio de la investigación y la reacción china Como consecuencia de la admisión a trámite de la querella21, la parte querellante dirigió un escrito al juzgado con el fin de que se procediera a la práctica de diligencias previas. En las mismas se

21

ESTEVE MOLTO, J.E., CANTOS, ALAN & HUNTER, EMILIE: “Historic lawsuit will investigate Tibetan genocide”, Tibetan Review, Febrero 2006, pp. 23-24.

98

vino a solicitar que se librara Comisión Rogatoria para que por la autoridad judicial de la República Popular China se efectuase el interrogatorio

a

los

querellados.

Asimismo

para

la

debida

comprobación de los hechos se demandó que por el Juzgado se señalase fecha y hora para la declaración ante el mismo de una serie de testigos y víctimas de los delitos denunciados en la querella. Dando curso a esta petición, el 5 de junio de 2006, la primera víctima del caso del Tíbet, Thubten Wangchen, prestó declaración ante el juez de la Audiencia Nacional, lo que provocó las airadas protestas del Gobierno Chino, a través del portavoz del Ministerio Chino de Exteriores, Liu Jianchao, quien declaró a los medios de prensa internacionales que la investigación sobre los presuntos crímenes internacionales acaecidos en Tíbet eran una “difamación total, una absoluta mentira” y obedecía a intenciones secesionistas orquestadas por la “camarilla del Dalai Lama”. Además el Gobierno de Pekín llamó al embajador español en la capital china, para protestar de las actuaciones de la justicia española, asegurándole que el empleo de la cuestión de los Derechos Humanos en el Tíbet era una excusa para interferir en los asuntos internos de China. A ello añadían, que no sólo se oponían a esa injerencia externa de los jueces españoles, sino que abiertamente reconocieron que los tribunales españoles no poseían la potestad para enjuiciar este caso, y al mismo tiempo confiaban que el Gobierno de España atendiera la petición de “gestionar de forma apropiada este problema, para que las relaciones chino-españolas pudieran, con el esfuerzo de ambas partes, seguir desarrollándose de forma saludable"; declaración que a todas luces pone de manifiesto la inexistente separación de poderes en China.

99

En definitiva, de todo lo acontecido hasta la fecha en el proceso se puede concluir, que tras más de cincuenta años de comisión reiterada de crímenes contra la humanidad en el Tíbet por vez primera un tribunal de justicia ha reconocido este hecho y ha decidido abrir una investigación. De esta forma, se está siguiendo lo que en materia de jurisdicción universal había ya dictaminado el Tribunal Constitucional, y se confirma una vez más en la práctica, que la jurisdicción penal española tiene competencia para perseguir los crímenes universales, ignorando las nacionalidades de las víctimas y de los presuntos autores y del lugar donde se hubiera cometido el delito; no siendo esto una resolución que la hayan decidido

unos

jueces

de

forma

unilateral,

sino

que

compromiso compartido por toda la comunidad internacional.

100

es

un

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